Este texto es un poema de Gustavo Adolfo Bécquer, poeta romántico que nació en Sevilla en 1836. Huérfano a los once años, fue acogido por su madrina, en cuya casa se formó literariamente. En 1854 fue a Madrid y se introdujo en su ambiente literario. Vivió con diversos trabajos: periodista, censor de novelas, escritor de zarzuelas… Sus últimos años fueron tristes y pobres. Murió en Madrid en 1870 de una posible tuberculosis. Este poema pertenece a la obra “Rimas”. La adversa fortuna que marcó la vida del poeta sevillano le privó de ver editada completa y satisfactoriamente su obra.
Bécquer expresa en esta rima la insatisfacción del amor romántico, caracterizando a la amada como un ser etéreo y evanescente y al amante como alguien en su perpetua y jamás recompensada búsqueda.
La rima está compuesta por 22 versos que se organizan en cuatro estrofas, la primera y la tercera con seis versos y la segunda y cuarta con cinco, decasílabos y pentasílabos. De nuevo, Bécquer vuelve a combinar la rima consonante con la asonante, que solo aparece en los vv. 5, 6, 11 y 16, 17 y 22. Desde el punto de vista temático puede dividirse en dos partes; en la primera, constituida por las dos primeras estrofas, se define a la amada que colmaría con plenitud los deseos de amor romántico, y en la segunda parte, formada por las dos últimas estrofas, el autor enumera elementos de la naturaleza que definen el carácter frustrado y errante de su búsqueda.
El autor utiliza metáforas para enumerar las características propias de la amada: “cendal flotante”, por su carácter inaprensible, así como la “cinta de blanca espuma”; el “rumor sonoro” y la “onda de luz” por su evanescencia y delicadeza, “el beso del aura” y la “onda de luz” por su carácter suave y delicado. También, las metáforas de la naturaleza definen con precisión el carácter del artista romántico, siempre anhelante (“onda sonante”, “cometa errante”, e insatisfecho “largo lamento”). La musicalidad del poema viene también dada a causa de sus aliteraciones suaves (“cendaL fLotante de Leve bruma”; “rumOr sOnOrO de arpa de OrO”). Además, la sintaxis paralelística del poema lo convierte en regular y simétrico (“eso eres tú”, “eso soy yo”). Las anáforas reiteran este efecto (En + CCL). Además, los hipérbatos tan propios de Bécquer sirven para intensificar el carácter armónico del poema (“en mar sin playas onda sonante”; “a tus ojos en mi agonía”).
La rima XV comparte elementos románticos con la rima XI, pues en ambas se define el carácter imposible del amor romántico en la forma de una amada inalcanzable, fantasmal y soñada. Esta actitud es también la del protagonista de “El miserere”, que pierde la vida en la búsqueda de una música tan perfecta cuyo carácter divino le resulta inalcanzable. El poema es también romántico por estar dedicado a la máxima expresión de un sentimiento; además, de manera subjetiva, este sentimiento se desarrolla a sí mismo a la búsqueda de una amada concreta. El uso de los elementos de la naturaleza pertenece también a la estética del Romanticismo, pues reflejan la psicología y la sentimentalidad del amante y de la amada. La libertad romántica aparece también en la combinación de rimas asonantes y consonantes, así como en la libertad que Bécquer desarrolla a la hora de no seguir un esquema métrico tradicional, que compensa con regularidad y simetría estrófica que reiteran la musicalidad del poema.