Don Quijote: Noelia

EXCLAMACIONES

– ¡Sancho, Sancho! ¡Busca a Dulcinea!
– ¡Señor, le debo decir que Dulcinea…que Dulcinea ¡se ha ido con un amante!
-¡Sancho, vamos a Toledo! ¡Coge provisiones!
-¡Mire, señor, es Dulcinea! ¡Sí, la que está al pie de la estatua!
-¡Sancho, quédate aquí con mi amada que debo enfrentarme a ese malhechor!
-¡Señor, señor! ¡Deje la estatua! ¡La va a destrozar!
-¡Demasiado tarde, Sancho! ¡Vamos a batirnos en duelo!
-¡Pero, señor, qué locuras está usted diciendo! ¿Es que acaso no ve que es una estatua?
-¡No, Sancho, estás muy equivocado! ¡A este villano lo voy a hacer picadillo!
-¡Señor! ¡¿Cómo se encuentra después de batallar contra una estatua?!
-¡Querido Sancho, ¿es que no te das cuenta de que esto ha sido obra del encantador Frestón?
-¡Lo que usted diga, señor!
-¡Queridos vecinos, lamento lo de su estatua…! ¿Y Dulcinea? ¡Dulcinea! ¿Dulcinea…?

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Don Quijote: Laura


Don Quijote y el jabalí

Don Quijote, un hidalgo convertido en caballero andante por la locura que le causaron los libros de caballerías, iba por el bosque acompañado por su escudero Sancho y pensando en su amada Dulcinea cuando de pronto se encontró un jabalí de grandes colmillos que le gruñía. Sancho empezó a gemir de miedo y se escondió con su borrico detrás de un árbol. Don Quijote, en su locura, creyó que se trataba de un ogro y chillando como un poseso, arremetió contra el animal, lanza en alto. El animal se asustó, echo a correr, y se perdió en la espesura. Sancho salió de su escondite, con el disgusto pintado en la cara:
-¿Qué necesidad tenía vuestra merced de atacar a ese jabalí?
-¡Pero si tú te fuiste a esconder como un niño miedica, mientras yo hice huir al malvado ogro Pantacruel, venido del mismo infierno!
-¡Perdóneme vuestra merced, pero si eso no era un jabalí yo no soy de los Panza!
-¡Pero si…! Debe ser que los malvados encantadores me han jugado otra mala pasada…bueno, vámonos a dormir.
Y al amanecer, siguieron camino en busca de nuevas aventuras y desafíos.

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Don Quijote: Andy

¿Don Quijote acompañado de su escudero cabalgan hacia el Toboso? Puede ser. ¿Que si era para encontrarse con su amada Dulcinea? Supongo que sí. ¿Que si una vez llegados se encontraron a un joven campesino? Quizá sí. ¿Que si dialogaron sobre Dulcinea y el gigante que la tiene retenida? Tal vez sí. ¿Que si al cabo de una semana el campesino los volvió a ver? Seguramente. ¿Que si pensó algo al verlos? A lo mejor. ¿Si pensó que eran unos locos? Podría ser que sí, no sé, ¿quién sabe…?

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Don Quijote: Maria Ruz

Una vez acabado de desayunar en la venta, ñam, ñam, ñam, don Quijote y Sancho bajaron al establo, cloc, cloc, cloc, a buscar al caballo, iii, iii, y al borrico, ioo, ioo.
– ¡Sancho! pum, no te preocupes, ras, ras, encontraremos a ese ladrón, bf, y le haremos pedazos, zas, zas, en un abrir y cerrar de ojos, pim, pam, pum.
– No puede estar muy lejos, juas, juas, respondió Sancho, aish.
Don Quijote, fiu, fiu, vio a un individuo ala, ala, con un borrico, ioo, ioo, andando, tac, tac, tranquilamente por el prado, fss, fss.
– ¡Mira! Sancho allí está, aj, aj, ha sido el ventero, que por no pagarle lo debido, fas, fas, ahora nos está fastidiando, ggrr, ggrr.
Don Quijote le propinó unos golpes, plasca, plasca, con el primer palo que encontró, clas, clas.
El ventero acabó por los suelos, zas, zas. Entonces, Sancho se dio cuenta de que aquel no era su borrico, fiu, intentó disculparse, mua, mua, y le dio lo poco que tenía, ja, ja, ja.

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Don Quijote: Mireia Matas

Don Quijote y el jabalí (onomatopeyas)

Don Quijote, un hidalgo convertido en caballero andante por la locura que le causaron los libros de caballerías, iba por el bosque acompañado por su escudero Sancho y pensando en su amada Dulcinea cuando de pronto uuuuf…que susto, se encontró un jabalí de grandes colmillos que le gruñía gggrrrrrr. Sancho empezó a gemir de miedo aiiiiiiiii aiiiiiiii y se escondió con su borrico detrás de un árbol. Don Quijote, en su locura, creyó que se trataba de un ogro y chillando ahhhhhh como un poseso, arremetió contra el animal,sssssstttt lanza en alto. El animal se asustó, echo a correr cotocro,cotocro,cotocro, y se perdió en la espesura. Sancho salió de su escondite, con el disgusto pintado en la cara:
-¿Qué necesidad tenia vuestra merced de atacar a ese jabalí?
-Pero si tu te fuiste a esconder como un niño miedica mientras yo hice huir al malvado ogro Pantacruel, venido del mismo infierno!
-¡Perdóneme vuestra merced pero si eso no era un jabalí yo no soy de los Panza!
-¡Pero si…! Debe ser que los malvados encantadores me han jugado otra mala pasada…bueno, vámonos a dormir.
Y al amanecer, siguieron camino en busca de nuevas aventuras y desafíos.

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Don Quijote y la labradora (Miriam Pérez)

Iban Don Quijote en su caballo Rocinante y Sancho en su borrico, el uno como siempre pensando en su dulce y amada Dulcinea y el otro en comer unos buenos huevos fritos con chorizo. Por el camino se encontraron a una campesina joven y bella que estaba recogiendo las patatas del huerto. Don Quijote cegado por su belleza, se acercó, pisó las patatas, y las dejó hechas puré. La pobre campesina, desolada por el desastre, empezó a insultar con graves palabras a Don Quijote pero los insultos eran para el gran hidalgo halagos, palabras de amor, una muestra de su amor hacia él. Sancho, al darse cuenta, le dijo a su señor:
-Mi señor, pero ¿qué está diciendo?, esa joven no le está declarando su amor.
-Pero, ¿qué dices, Sancho? No ves que está enamorada y me está confesando lo que siente por mí.
-Mi señor, vuestra merced piensa que una dama de tal belleza y de tal juventud se puede enamorar de un caballero como usted.
-¿Qué dices, Sancho?. Está cegada por mi encanto.
La campesina, asombrada por la conversación, se empezó a reír de tal manera que la pobre no podía ni con su alma.
Don quijote y su fiel escudero se asombraron del comportamiento de la bella dama pues ¡¡¡se estaba riendo en las narices de un caballero!!
Pero Don Quijote, a pesar del comportamiento de la muchacha, se enamoró de ella. Al rato, apareció el esposo de la dama a la que el Caballero de la Triste Figura había destrozado el huerto. La campesina le explicó lo ocurrido a su esposo, pero Don Quijote es un ir y venir ya no estaba.
Sancho Panza fue en busca de él. Don Quijote le confesó a su escudero que se sentía muy mal por haberse enamorado de ella y haberle sido infiel con el pensamiento a su amada Dulcinea. A lo que añadió:
-¡Maldita la hora en que los encantadores me maldijeron!! Yo, Don Quijote, me castigaré por el falso amor que he sentido por la joven labradora.

ONOMATOPEYAS

Don Quijote y Sancho se encuentran con una joven y bella labradora que está recogiendo patatas, xip, xap, xip, xap. Y el corazón del caballero pu-pum,pu-pum, Don Quijote prendado de su belleza se castiga por sus pensamientos zas, zas, zas, pues le ha sido infiel a su amada Dulcinea, muac, muac, muac .

Don Quijote y el campesino (Mónica Blanco y Ana Olivera)

IGNORANCIA

IGNORANCIA

¿Don Quijote acompañado de su escudero cabalgan hacia el Toboso? Puede ser. ¿Que si era para encontrarse con su amada Dulcinea? Supongo que sí. ¿Que si una vez llegados se encontraron a un joven campesino? Quizá sí. ¿Que si dialogaron sobre Dulcinea y el gigante que la tiene retenida? Tal vez sí. ¿Que si al cabo de una semana el campesino los volvió a ver? Tal vez. ¿Que si pensó algo al verlos? A lo mejor. ¿Si pensó que eran unos locos? Podría ser que sí, no sé, ¿quién sabe…?

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Don Quijote y Sansón Carrasco (Alicia Falbo y Tamara Corcobado)

El otro día caminando por Barcelona, Don Quijote de la Mancha y el Caballero de la Blanca Luna se toparon de nuevo.
– ¿Me firmas un autógrafo? – le pidió el caballero.
– Claro –respondió Don Quijote muy excitado.
Se lo firmó más alegre que unas pascuas. El Caballero de la Blanca Luna o Sansón Carrasco, que era así como se llamaba, le preguntó:
– ¿Dónde está tu ¿valeroso? caballo Rocinante?
– Se ha jubilado. Era ya muy viejo. Dijo tristemente Don Quijote. Y añadió:
Has de saber que algún día me admirarán. Cuando me vean en el cacharro ese llamado televisor, me haré todavía más famoso de lo que soy, y es que soy muy admirado gracias a Cide Hamete, el autor que cuenta mis aventuras, hoy leídas por estudiantes y por todo tipo de lectores, grandes y chicos.
También me conocerán por mis hazañas en todas las aldeas y castillos en los que he batallado, arriesgando mi propia vida.

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Don Quijote y Dulcinea (Clara González)

A los pocos días de que Don Quijote recobrase el juicio, apareció Dulcinea en su casa. La criada se moría de rabia al ver que Dulcinea venía a ver a su admirador. La criada llevaba ya tiempo loquita de amor por su señor, pero no le pudo decir lo que sentía por temor a que él la rechazase. Dulcinea se acercó a la alcoba de Don Quijote. Silenciosamente abrió la puerta, para no despertar a Don Quijote; se acercó a su cama y justo en ese instante, Don Quijote abrió los ojos y al ver aquella cara que lo miraba sin disimular, pegó tal salto que su sobrina y el cura que estaban en la habitación de abajo subieron a su cuarto para ver lo que sucedía. Y en esto que Dulcinea le dijo a Don Quijote que ella era su amada. Él la miró otra vez y le dijo:
-¿Cómo se te ocurre decir semejante estupidez?
La princesa Dulcinea fue un producto de mi imaginación, no pretendas engañarme, que yo sé que tú eres Aldonza Lorenzo.

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