Aqu? tienes unas palabras del autor acerca los motivos que le llevaron a escribir su obra. Aunque son largas, no deber?a darte pereza leerlas. Si lo haces y te sugieren alguna reflexi?n, escr?bela.

En el colegio me ense?aron que los seres vivos ?nacen, crecen, se reproducen y mueren?. Bueno, pues no es tan complicada la cosa ?pens? yo, que era joven e iluso por aquel entonces?, y me fui unos cuantos a?os a dar patadas al bal?n y a salir con chicas, para desfogarme.
M?s hete aqu? que a?os m?s tarde empec? a descubrir que el intr?ngulis de la frasecita estaba en las comas. Es decir, en lo que pasa entre nacer, crecer, reproducirse y morir. Arduos a?os de estudios e investigaciones en universidades, lecturas y cursillos especializados, me llevaron a la conclusi?n de que esas comas se pod?an traducir por estas palabras: el intento de ser feliz.
Entonces me dije: esos cuatro trascendentales acontecimientos parecen no depender de nosotros, son cosas del destino. Pero el tema de las comas s? que parece ser cosa humana. ?Por qu? es entonces tan condenadamente dif?cil conseguirlo?
Y un buen d?a, cansado de interrogarme a m? mismo sobre el tema, y a los que me rodeaban, sin obtener respuesta, empec? a escribir teatro, y a pregunt?rselo a los personajes de mis obras:
??Por qu? no eres feliz t?, a ver?
?No, si yo quer?a, pero es que es muy dif?cil… ?se disculpaban
todos por su fracaso?.
Yo les doy su oportunidad para que lo intenten. De verdad que trato de d?rsela cuando escribo. En Bajarse al Moro, por ejemplo, les dije:
?Venga, ah? est?is, intentadlo al menos vosotros que sois gente especial, que no os conform?is con repetir la vida de vuestros padres, que os atrev?is a buscar nuevos caminos, a renunciar a costumbres que nos encadenan…
Toda esta historia empez? cuando, de alguna forma que a?n desconozco, los personajes de esta obra, esos componentes de la vida imaginaria, se instalaron un buen d?a en mi mente, me embarazaron con su lenguaje, y me hicieron sentar a escribir la obra y sacarlos a la luz, para intentar contestar a mi pregunta.
Ellos, una vez creados, crearon a su vez las situaciones y las peripecias: sus destinos. El autor entr? a veces en conflicto con ellos, por sus diferentes formas de entender la vida, en sus relaciones con los otros, en sus deseos… Estaban vivos y ten?an vida propia, sobre todo al ser encarnados por actores en un escenario.
En Bajarse al Moro intent? mostrar ?creo? la historia de un grupo de j?venes que viven en un piso, con los problemas de realizaci?n y de convivencia que ello genera: sentido de lejan?a con unos valores y unas costumbres establecidas que no les pertenecen. Formaci?n de su personalidad seg?n las posibilidades que el entorno les facilita. Diferencias entre las intenciones y las conductas. Y el amor ?siempre el amor?, como el principal proyecto de vida, gravitando sobre ellos.
Estos personajes j?venes buscan su hueco, su necesidad, su equilibrio en un mundo donde los esquemas ?til – in?til, integrado ? marginal y triunfador? perdedor crean los patrones sociales. Tal vez esa infelicidad, y falta de habilidad para resolver las cuestiones pr?cticas y elementales de la convivencia social, esconda otros posos de amargura vital y desajustes m?s profundos, de unos seres rom?nticos y so?adores, a pesar suyo. Pero eso ya es filosof?a.
Todo ello dentro de un mundo urbano ?el de Madrid ? que marca con sus ritos, y sus latidos, un sabor peculiar, un estilo de vida. De ah? su relaci?n po?tica con todo lo que ?el moro? representa: el sur, el viaje, los otros, el hach?s, los techos blancos y redondos de sus casas, las palmeras del desierto, el azar como forma de vida, lo mediterr?neo y caliente frente a lo n?rdico y fr?o…
Y surgieron los contrastes, las crisis y los conflictos, y de ellos salieron sus conductas y sus formas de hablar. Formas de vida diferentes nos llevan a lenguajes diferentes.
Y, al escribir, surgi? el humor, porque el humor pone las cosas en su sitio. Es una contestaci?n que damos a nuestros l?mites. Una respuesta que hace de puente entre las realidades y los deseos. O eso creo.

Sobre bajarse al moro, Jos? Lu?s Alonso de Santos