Sólo tenía 10 meses cuando dije mi primera palabra: “bibe”, fue en Jaén. Estaba mi padre sentado en el suelo jugando conmigo cerca de la chimenea, porque hacía mucho frío. Mi madre le trajo una cerveza y quizá porque vi a mi padre beber y yo quería imitarle dije mi primera palabra, mi padre se levantó de golpe y les dijo a mi madre y a mis abuelos que vinieran corriendo porque le había parecido escucharme decir “bibe” y efectivamente empecé a repetir esa palabra una y otra vez.
Mi segunda palabra fue “papa”, lo curioso es que cuando aprendí a decirla ya no sabía decir la primera, era como si jamás la hubiera dicho. Mis padres pensaron que era una broma, pero no había manera de sacarme “bibe”.