Revoloteo

Está ahí, sentada, observándome fijamente.
Simula leer el periódico, pero de una forma bien poco sutil. Ni siquiera pasa de página. Es más, sus ojos se posan sobre mí sin el más mínimo disimulo.
¿Por qué me observa? No acabo de entenderlo.
No acostumbro a sentirme observado cuando alguien lo hace, hasta que me llaman la atención, me saludan y me comentan que llevan espiándome desde hace rato. Ciertas mujeres han llegado al punto de tenerme tirria por ello, por no tener un detector de miradas en mi espalda, una especie de antenita que perciba cuando alguien me mira durante más de dos segundos. No soy tan sensible.
Pero esta vez es difícil.
Es como si ocho mil ojos se dirigieran al unísono hacia mí, como si otearan hasta el último rincón de mi cuerpo. Odio esa sensación de desnudez ante la pasiva mirada de alguien. Odio la frialdad con la que me miran algunos mientras se frotan las manos y sonríen, como el ser que tengo delante. No puedo alzar la vista. Más por el temor a no saber con qué me encontraré.
Agh, odio las moscas. Sobre todo las mal educadas, como la que me mira.

Pseudònim: John Misma


Deixa un comentari