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Análisis de un cuadro de Doña Juana La Loca, por Valentina Roman y Victoria Gil B21

Doña Juana La Loca

Suceso retratado en el cuadro:

Cuando nada más tenía 17 años Juana de Castilla (Juana la loca), hija de los Reyes Católicos, se casó  con Felipe el Hermoso. Al parecer Felipe era un buen chico, y Juana no tardo en enarmonarse de él. Sin embargo, Felipe tenía un pequeño vicio: cada dos por tres se iba con una mujer, dejando a su señora en casa, con los niños, embarazada y muerta de celos.

En 1506, Felipe y Juana se convirtieron en reyes de Castilla y unos meses más tarde él falleció en extrañas circunstancias (hay quien dice que fue envenenado). A partir de ese momento, la reina empezó a desvariar. Ordenó que desenterrasen el cadáver de su esposo de la Cartuja de Miraflores (Burgos) para trasladarlo a la Capilla Real de Granada y cumplir así con sus últimas voluntades. Acompañada de su comitiva, Juana inició un viaje de ocho meses por Castilla acompañando el féretro de su marido, en pleno invierno y embarazada de la que sería su última hija, Catalina.

Les obligaba a viajar de noche y descansar durante el día, aparcando el ataúd en la iglesia que tuviesen más a mano. En una de esas paradas, la comitiva decidió descansar en el monasterio de Santa María de Escobar, pero cuando la reina se enteró de que era un convento de monjas, montó en cólera y les hizo sacar el féretro de allí ya que no soportaba que ninguna mujer se acercase a su marido, ni vivo, ni muerto. Ese día, los sufridos cortesanos no tuvieron más remedio que acampar fuera. Y esa es precisamente la escena que pinta Pradilla en este impresionante cuadro. La reina ha hecho parar a la enorme comitiva a las afueras del monasterio para rezar ante los restos su marido.

Descripción del Cuadro:

En esta obra de Francisco Pardilla fue pintado en el año 1877 con un estilo Romántico y la técnica de oleo sobre lienzo. Este cuadro tiene una dimensiones de 340 x 500 cm y se localiza en el mueso del Prado en Madrid.

Sin duda es la obra maestra de Francisco Pardilla, la pinto a sus veintinueve años en Roma des de donde la envió a España. En poco tiempo el cuadro consiguió una gran fama por esta razón muchos pintores hicieron copias oleo-gráficas de este cuadro.

En el cuadro como ya hemos visto antes se retrata Juana la loca junto al ataúd de su marido fallecido Felipe el hermoso, alrededor de ellos se puede observar que hay más personas las cuales le están ofreciendo culto a Felipe, los que se sitúan a la derecha son los  miembros de la corte que acompañan a Juana en su viaje, reflejando en sus rostros el abatimiento, la compasión hacia la reina, también se puede ver que hay una hoguera que se está apagando y que se encuentran en un campo des del cual al fondo se puede observar el monasterio antes nombrado.

Generalmente el pintor utiliza colores oscuros y representa la cara de los presentes acorde con la situación que estaban viviendo.

Análisis Condesa de Vilches , hecho por Daniel Pérez, Marc Alonso, Matheus Silva

 

 

vilches

Como podemos observar apreciamos una obra estrella del Museo del Prado, la condesa de Vilches del siglo XIX.

Federico de Madrazo y Küntz nació en Roma en 1815, mientras en España se estaba produciendo la restauración absolutista de Fernando VII. Perteneció a una familia influyente y con gran talento. Era hijo de José de Madrazo, que en 1823 intenta reformar la enseñanza artística que estaba anclada en los modelos, pero no pudo llevarlo a cabo hasta años más tarde. También sobrino del pintor Tadeo Küntz.

Federico de Madrazo murió en 1894 a los ochenta años, muy por encima de la media de esperanza de vida del siglo XIX, que entonces era de unos 30-40 años. Fue pintor de cámara de la reina Isabel II, profesor y director de la Academia de San Fernando. Le nombraron director del Museo del Prado, donde está expuesta esta obra. Perdió el cargo con la Gloriosa, la revolución liberal de 1868 y lo recuperó en el 1881.

Este cuadro es una de las obras más eróticas del Museo del Prado y siempre ha sido un atracción muy atractiva para los públicos. Se trata de un retrato femenino pintado por Federico de Madrazo. Según investigaciones que he realizado, este cuadro fue pintado en la época dorada de Madrazo, que es a los 38 años de edad.

En la obra, aunque la mujer lleve un vestido extremadamente llamativo, la acción se basa en su postura, que con su mirada casi incita al espectador a que la mire. Remarca esa sensualidad y ese atractivo que tenía esta mujer, que debía de tener una gran capacidad de seducción.

Es extraño ver un retrato en que la persona no esté dibujada en el centro del cuadro, como en este caso, ya que el pintor coloca a la chica sentada de lado. También podemos observar como el pintor juega con los atuendos de la chica, ya que lo normal sería que llevase un abanico español, sin embargo lleva un abanico de plumas. Esto nos muestra como los gustos de la población adinerada española comienza a cambiar.

Finalmente, esta mujer supo irradiar una gran fascinación en su tiempo, que Federico supo captar como nadie en este retrato.