Muchas veces les presentamos diversos “tatuajes realizados por con la henna” y su ventaja es poder tatuarte lo que quieras en cualquier parte del cuerpo y luego de 15 días seguramente ya desaparezca. Con lo que uno puede darse el gusto de tatuarse lo que siempre soñó sabiendo que no deberá vivir con la marca para siempre.
Lo que nunca hicimos fue conocer el origen de esta tinta y lo que es aún más interesante, descubrir cuáles fueron sus primeros usos. La henna es el nombre árabe que recibe el arbusto cuyo nombre botánico es (Lawsonia Inemis). Su propiedad medicinal es, curiosamente, el de bajar la temperatura del cuerpo humano.
Es por esto que la costumbre en el mundo árabe de utilizar este arbusto, fue justamente para refrescarse. En el desierto era común machacar la planta hasta crear una pasta que colocaban en sus pies y manos para que se mantuvieran a baja temperatura. Al hacer esto se dieron cuenta de que la henna teñía la piel y no se iba por un largo período. Fue así como descubrieron que podrían utilizarla con fines decorativos.
En marruecos o en los países árabes la henna normalmente se usa para bodas y para fiestas inportantes.