PRIM: ASESINATO EN LA CALLE DEL TURCO

Hoy hemos puesto en la clase de 4rt ESO (los de 2n de Batx. lo vieron hace algo más de un mes) el inicio de la película para televisión sobre el asesinato del general Joan Prim i Prats para entender el contexto de La Gloriosa (1868) y las dificultades que tuvo el gobierno de este militar para elegir un candidato al trono de España .

Me gustaría que la acabarais de ver en casa con vuestros padres para sacar algunas ideas sobre el llamado Sexenio Democrático y el retorno de los Borbones.

2 pensaments a “PRIM: ASESINATO EN LA CALLE DEL TURCO”

  1. Segundo de bachillerato. Vamos de bólido y es difícil sacar tiempo para dedicarse a hacer comentarios, mirar documentales o disfrutar de películas tal como sugieres (me encantaría poder estar tan al tanto como en cuarto, pero lo veo físicamente imposible). Pero hoy he tenido un breve respiro, así que después de meditarlo un poco he decidido pasarme por el bloc para hacer una entrada. Pero al ver el título de la película que ya hemos empezado dos veces y creo que siempre nos quedamos en el mismo lugar, he decidido hacer un comentario.

    Y es que no voy a hacer un comentario precisamente de la película (ya que aún no he podido acabarla), sino un comentario referido a un artículo que leí hace tiempo, publicado en El Mundo, que trataba una hipótesis de lo más interesante: el general Prim pudo no haber muerto como plantean los registros oficiales (que dice que el fallecimiento tuvo lugar por una septicemia), sino que pudo haber sido estrangulado a lazo. A continuación veréis un resumen del artículo, organizado a mi gusto.

    Descripción de los hechos (según el registro oficial):
    A cinco días de nochebuena (de 1870), Prim acude al Congreso. Tenía que dejar todo cerrado ante la llegada del nuevo monarca, Amadeo I de Saboya. Tenía previsto que, tres días después, en Cartagena, fuera Prim a recibirle, aunque ninguno de los dos sabía que aquello finalmente no se llegaría a producir. Como en muchos días de diciembre, las calles eran un gélido desierto, y fue precisamente en una de ellas, en la calle del Turco, donde se desarrolló el asesinato del general Prim.

    Su muerte es una de las más inconcluyentes, llena de versiones y dudas, siendo hasta hace poco una mera pregunta sin respuesta, un interrogante en la historia de España. Según el registro oficial, un diputado, poco antes de su muerte, le dijo las siguientes palabras: “Mi general, a cada cerdo le llega su San Martín”, frase muy a tener en cuenta para los hechos posteriores. Eran las siete de la tarde cuando Prim entró en su berlina verde, dirección a la residencia oficial. El trayecto era corto y sencillo (de la calle del Turco al Palacio de Buenavista, menos de un kilómetro). Siempre iban por el mismo camino. Sagasta (ministro de Gobernación) y Herreros de Tejada acompañaron a Prim un tramo del trayecto, comportamiento anómalo, como señala Francisco Pérez Abellán en su libro “Matar a Prim”. La berlina se pone en marcha en cuanto se suben González Nandín (su ayudante personal) y el general Moya. Nandín se sienta al lado de Prim, mientras que Moya se sienta enfrente del mismo.

    En el cruce de la Calle del Turco con Alcalá, el carruaje frena bruscamente. Hay tres coches, dos delante y uno detrás. Se oye un largo y fino silbido en la calle, como señal de ataque. Moya se asoma por la ventana y ve a varios hombres armados con trabucos. Éste le advierte a Prim, aunque demasiado tarde: “¡Mi general, agáchese, que nos hacen fuego!”. El general Prim recibió nueve impactos, aunque ninguno de ellos fueron mortales (según el informe oficial). Nandín resultó herido cuando interpuso su mano derecha para proteger al coronel. El único que salió ileso fue Moya. Tras el ataque, varios hombres armados dejan pasar al cochero porque pensaban que el general ya había muerto. Al llegar a la residencia, Moya ayuda a bajar tanto al general como a su ayudante. Aquí empieza el relato tradicional que más tarde se pondría en duda, que cuenta que Prim apoyó su mano malherida en la barandilla de la escalera y subió por su propio pie a sus aposentos. Los médicos lo estabilizaron y le realizaron las primeras curas. Tuvieron que amputarle la primera falange del anular. Además, el impacto que presentaba en el hombro izquierdo le había sepultado al menos ocho impactos en la carne. Los médicos operaron durante toda la noche y lograron extraerle siete balas, aunque falleció tres días después a causa de una septicemia (o eso dicen los relatos oficiales).

    La versión oficial de los hechos:
    El Diario Oficial del Estado explica que el día del atentado el general Serrano comunicó que el Presidente del Consejo de Ministros sólo había sido “ligeramente herido al salir del Congreso en la tarde de ayer por disparos contra su coche en la calle del Turco” y también aseguró que se había “extraído el proyectil sin accidente alguno ni complicación”. Inculpan a Juan Bautista Topete (nombrado ministro de Estado el día del atentado) quien le ofreció la presidencia delante del “cuerpo ensangrentado de Prim”. El día 30, fecha de su muerte, desembarca Amadeo de Saboya en Cartagena y es recibido por el almirante Topete. Aquella misma noche se comunica que Prim ha muerto debido una fiebre producida por los “grandes destrozos causados por las balas en codo, muñeca y hombro del lado izquierdo” que desembocan en una “intensa congestión cerebral que le produjo la muerte a las ocho y cuarenta y cinco minutos”.

    Ahora bien, María del Mar Robledo e Ioannis Koutsourais afirman en su libro “Las muertes de Prim” que la septicemia no fue el motivo del fallecimiento. “La versión oficial cuenta que la causa de la muerte del general Prim es una infección de algunas de las lesiones que presenta el cuerpo, que son las lesiones que no habían sido operadas. Dos días después del atentado, le interviene el mejor cirujano de España y le extrae alguno de los proyectiles. En el cuerpo no hay ninguna evidencia de que se le haya practicado ninguna intervención quirúrgica”, señala María del Mar Robledo.

    Pruebas y posibles culpables:
    La antropóloga forense explica que “Sorprendentemente, en el estudio del cuerpo nos encontramos con unas marcas en el cuello muy bien definidas. Valoramos esas marcas, las estudiamos y descartamos lo que se dijo después de que se hubiesen producido por la ropa. No puede ser que un elemento rígido (la ropa), incluso haciendo mucha presión, haya dejado una impronta de 5cm. Finalmente concluimos que estas marcas que aparecen en el cuello son compatibles con un estrangulamiento a lazo”.

    El análisis de la momia se hizo Hospital Sant Joan de Reus, con métodos modernos que permitieron descubrir una herida en la espalda de la que apenas se sabía nada. “Percibimos una lesión en la parte superior izquierda que inicialmente identificamos como un orificio de salida de esa gran lesión que tenía en el hombro. Una vez analizada en profundidad nos dimos cuenta de que no era viable la versión oficial porque la ropa que llevaba el general en el momento del atentado no tenía sangre. Fue entonces cuando lo asociamos a una lesión por un arma blanca que se tuvo que producir posteriormente, es decir, una vez que llega a su casa”, remarca la experta.

    Existen también dudas sobre si se realizó o no una autopsia. “El proceso implica apertura de cavidades, y el actual cuerpo no las presenta. En el informe se describe una lesión ósea en el codo izquierdo que no existe. Vimos que el cuerpo no ha sido autopsiado, que hay un informe oficial de la autopsia firmado por una serie de autores donde se presentan unas lesiones que no son compatibles con el informe médico de la época, así que por eso descartamos cualquier información oficial recogida hasta el momento”, indica la forense Robledo.

    La lista de sospechosos es interminable y nada clara. Rojo Arias informó al juez Francisco García Franco que fueron cuatro los presuntos asesinos, sin embargo, el sumario del caso recoge hasta doce nombres. Incluso se señalan a personalidades como el general Francisco Serrano y el almirante Juan Bautista (ambos habían participado con Prim en la revolución de la Gloriosa), el duque de Montpensier y su secretario, Felipe Solís y Campuzano y Antonio de Orleans.

    También se han cuestionado las figuras del cochero y del lacayo de Prim. “En el momento del atentado Moya no era el más indicado para avisar de que les abrían fuego, tendría que haber dado la voz de alarma el cochero. Y otro personaje del que apenas se habla y no se sabe qué implicación tiene era el lacayo”, indica Ioannis.

    Pero, al ser tantas las fuerzas opositoras y enemigos de Prim: Unionistas, republicanos, alfonsinos, los partidarios de los Borbones, los seguidores de Antonio de Orleans, etc., es muy difícil aclarar el asunto. 146 años después, este suceso sigue considerándose un Caso no resuelto.

    Conclusión:
    Me intrigan los motivos por los que el registro real mintió acerca de la muerte de Prim, al igual que me intriga pensar en quién o quienes (porque no creo que un asesinato que incluyese falsificar un registro fuese causa de un solo hombre (o mujer)). Creo que es un claro ejemplo de que al estar en el poder puedes ocultar mucha información, jugar con todas tus cartas con la seguridad de que ganarás.

    En fin, creo que es un artículo muy interesante y que explica muy bien el contexto de la muerte de Prim, al igual que los fallos de los documentos oficiales. Para los curiosos, vale la pena mirarlo.

    La información la he sacado de esta fuente:
    http://www.elmundo.es/la-aventura-de-la-historia/2014/07/31/53d8b32a22601daf7a8b457b.html

  2. No estoy muy segura de la importancia educativa de este comentario, pero divagando por Internet para conseguir información sobre el comentario anterior, he encontrado otro artículo de El Mundo sobre el cierre de un local literario de la Glorieta de Bilbao, abierto desde finales del siglo XIX hasta hace dos años.

    El Café Comercial es uno de esos lugares en los que Madrid destaca por el flanco de la literatura, del periodismo, etc. Al Comercial le dio voz y forma Camilo José Cela en ‘La colmena’, haciendo de él un remiendo de muchos lugares. Desde dentro se ensayaba un Madrid moderno y antiguo a la vez. Gritón y callado. Festejador y triste.

    El Café Comercial lo fundó un cura en 1887 y desde entonces siempre tuvo más de literario que de comercial, siendo el más veterano de los “salones” de Madrid. Allí tuvieron sitio figuras como Antonio y Manuel Machado. A Jardiel Poncela se le ocurrieron genialidades en las noches del Comercial, donde fumaba sin parar hasta encontrar el hilo de un dibujo o de un diálogo, que es cuando se echaba a casa a escribir. En ese mismo Café, Galdós se enteró del asesinato de Prim, tema del que hablaba en mi comentario anterior.

    El Comercial es de salón amplio. Espejos que todo lo esconden igual que todo lo delatan. Allí subían a abrevar los chicos del diario ‘Arriba’, que estaba en la calle Larra. En aquella ruta de cafés que era el Madrid del primer tercio del siglo XX, este establecimiento tomó delantera. En 1906 lo adquirió Eduardo Contreras Bueno, que dudó entre el café o el Teatro Calderón. Acertó. Los que echan el cierre son la cuarta generación.
    También el Comercial tuvo algo de “Casa de Socorro” para aquellos que se encontraban solos. Y es que el Café Comercial ha dado mucho de sí, ya que también contaba con un club de ajedrez y otro de mus. Y en la planta de arriba se hacían debates de cultura.

    Hay quien ha ido al Café a escribir su crónica, su poema, su teatro, su carta, su horóscopo o dejar nota de su suicidio. Y es que es eso mismo: una sociología de gente sentada, una peña que habla y un ruido de tazas.

    Madrid fue la reina de los cafés desde finales del siglo XIX hasta la Guerra Civil. Y así se fue forjando el país: entre intelectuales, sablistas, limpiabotas, etc. Manuel Vicent comentó: “En la niebla de los cafés vagaban fantasmas bohemios, soñadores, restos del naufragio, con talento, divertidos y hambrientos de fama”. González-Ruano se plantea, por su parte, una pregunta que seguro que más de uno se ha preguntado (incluida yo misma): “¿A qué viene la gente al café? El café es un refugio tremendo, un alivio de caminantes, una zona neutral… Todo eso aparte de ser un sitio de contratación, un club de los sin casino, un saloncillo para los novios…”. El Comercial era un rompeolas de modernos y de jugadores de ajedrez. Por espacios como este ha pasado la memoria de varias generaciones. En el Comercial, como en todos, lo difícil era atreverse a salir después de alcanzar por un rato la calma o, incluso, la felicidad.

    La información la he sacado de esta fuente:
    http://www.elmundo.es/cultura/2015/07/28/55b68966e2704ec21d8b458f.html

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