El otro día vi por la televisión una noticia que resultaba muy difícil de asimilar, ya que trataba de una niña de 12 años que tenía una enfermedad rara y degenerativa.
Los padres estuvieron luchando para salvar la vida de su hija Andrea. Pero esa lucha continua ya venía desde que había nacido. Es decir, han estado intentando ayudar a Andrea desde que nació. Pero era ahora cuando empezó a empeorar. Por eso los padres, ante una decisión muy dura, tomaron la elección de que era mejor dejar morir a su hija de una manera más digna ( le retiraron el soporte vital) y que así dejará de sufrir más.
Pero según la ley, no se podía dejarla morir. Ya que solo se podía si eras un enfermo terminal. Sin embargo, su caso no era ese y no se podía realizar la eutanasia. Como el hospital y los padres no se ponían de acuerdo con lo de la muerte de Andrea. Los padres tuvieron que ir a la Fiscalía de Menores. De esta manera, la Fiscalía decidió quitarle el soporte vital.
Finalmente, Andrea falleció el día 9 de Octubre.
Pienso que los padres de Andrea hicieron lo correcto porque era una enfermedad irreversible y desconocida.
Fíjate que podrías haber ido un poco más allá si relacionas este caso con la eutanasia y con las nuevas “demandas sociales” que chocan con la moral anterior, con las “resistencias” o “barreras” que ponen las leyes y las autoridades.
A veces la ley se equivoca.