Estos días estamos tratando en clase temas relacionados con el final de la Guerra Civil española y el inicio de la Posguerra.
Nos pareció muy buena idea preguntar a nuestros mayores por anécdotas familiares de esas etapas, y las queremos compartir con vosotros para poder así implicarnos y entender que estos sucesos y consecuencias afectaron a todos de un modo u otro.
Los nacionales iniciaban partidas para buscar a los que tenían ideales diferentes a los suyos. Una vez los encontraban los ejecutaban. No solo se asesinaba a los que se sabía que tenían ideologías políticas diferentes, sino que se acababa con cualquiera que pasase por su camino. Más tarde, estas mismas partidas se llegaron a realizar en los mismos vecindarios.
Los exiliados con destino francés, tenían que atravesar los Pirineos para llegar al país vecino. Llegaban muertos de hambre y cansancio, por lo que arrasaban con los pueblos por donde pasaban, dejando a sus agricultores y ganaderos en la miseria. Los aldeanos, a partir de ahí, escondían al ganado para evitar que acabasen con él.
Pero cuando el hambre no acababa con los exiliados, lo hacía el extremo frío, ya que apenas iban preparados para las bajas temperaturas de los montes pirenaicos.
Una vez en el exilio, los franceses los esperaban para internarlos, en su mayoría en campos de concentración en las playas del este. Esto se debía a que el número de exiliados era exagerado. Cientos de miles de refugiados llegaron a Francia sin saber adónde ir, sin saber qué hacer, sin saber cómo vivir.
QUERALT:
Uno de mis bisabuelos (Antequera), estaba en el río con un remado de ovejas cuando su esposa vio como se aproximaban unas tropas franquistas. Ella, asustada, llamó a mi bisabuelo y lo escondió en la parte de atrás de la casa para salvarle de la crueldad de las tropas nacionalistas. Él se abstenía de tener una opinión política, pero por la ley de “sino estás conmigo estás en contra de mi”, los reflejos de mi bisabuela lo salvaron de una muerte injusta, como tantas ya se produjeron.
Hay dos cosas que realmente me han impresionado de lo que me han contado, porque nunca te imaginas que has llegado a tener este conflicto tan cerca de ti.
– Uno de mis bisabuelos (de Ronda) fue rojo y murió en la Guerra Civil defendiendo sus ideales. Mi tía abuela conserva una caja de esa época que le enviaron los compañeros de pelotón de mi bisabuelo poco después de la muerte de este. En la caja se encuentra una banda con la bandera republicana que lleva inscrita la frase: “Vengaremos tu muerte” y también se encuentran unas cuantas pesetas.
– Los abuelos de mi madre (Antequera) eran carpinteros. Asustados por el panorama de muerte y represión, se propusieron huir de España, con la mala suerte de que por la ruta que seguían para huir se encontraron con tropas nacionalistas, que acabaron con ellos sin piedad.
Por último, hablé recientemente con mi tia abuela, y me confesó, que a pesar de que hayan pasado 75 años desde la Guerra Civil Española, si volviera a suceder una, pasaría exactamente lo mismo: los hermanos venderían a los propios hermanos, la represión sería extrema, volvería a provocarse un baño de sangre de inocentes…
Lo que nos lleva a la conclusión de que pese a todas las innovaciones culturales y tecnológicas, la locución latina “homo homi lupus” (el hombre es un lobo para el hombre) sigue y seguirá siendo cierta.
ROGER:
Hace varios años hablé con mi abuela materna sobre cómo vivió la guerra, el final de esta y la posguerra. En general no tuvo muchas anécdotas que contar, pero una de ellas, la que recuerdo con mayor claridad, fue la siguiente.
Cuando empezó la guerra, el 17 de julio de 1936, ella tenía solo 6 años. Era una niña que disfrutaba de una buena infancia y de una buena vida. A principios de 1939, durante los bombardeos de Barcelona, su familia se vio enormemente sorprendida. Sonó la alarma de bombas y corrieron hasta el refugio más cercano. Mi abuela me explicó también que se refugió en el sótano de una masía de Hospitalet.
También me contó que durante el final de la guerra y las primeras semanas de la posguerra pasó bastante hambre, cosa que se dio en general. Una vez pasada esa época no tuvo el más mínimo problema político.
También debo decir que un tío abuelo de mi madre, Manuel Samper Morales, decidió exiliarse en Francia, ya que era de ideología comunista y su vida peligraba en España. Lo curioso es que mi bisabuelo Tomás Pérez Garrido, el abuelo paterno de mi madre, fue guardia civil, y no conocemos detalles de la relación entre los cuñados, aunque se puede deducir que no podría ser demasiado mala, ya que ejerció durante la II República.
La conclusión que saco de todo esto es que, por suerte y dentro de lo que cabe, provengo de una familia bastante neutral. El único conflicto que ha habido es el de mi tío bisabuelo, que tuvo que huir, pero nada más.