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Casas Viejas; Fracaso a dos bandas. Por Antoni-Guillem

Fue durante la madrugada del 11 de enero de 1933 cuando se celebró un festín de cuervos, una matanza con un total de diecisiete fallecidos; incluyendo catorce campesinos, un guardia de asalto y dos guardias civiles. Esa matanza significó el fracaso del sueño de un campesinado, el sueño de la implantación del comunismo.

Los antecedentes de los hechos se sitúan el 8 de enero en la provincia de Barcelona. Una sublevación anarquista se había previsto en España entera que debía empezar en los ferroviarios para proseguir en el campo. En el pueblo de Casas Viejas, los anarquistas estaban alterados pues hablamos de un pueblo con el 66,1% de las riquezas acumuladas del municipio que a pesar de ello, pasaba hambre, la mitad de sus habitantes vivían en chozas dónde las familias dormían sobre lechos de paja. Sólo en épocas de recolecta había salario suficiente para la mayoría, el resto del año era pura supervivencia.

La deplorable situación que vivían sus habitantes supuso el pie para que los anarquistas decidieran iniciar su propia revolución. En la noche del 10 de enero, se abrió el telón para ellos y salieron a escena, pasaron a la acción. Los objetivos estaban claros: el final del caciquismo, la implantación en el pueblo de sus derechos y proclamar el comunismo.

Joan Ferrer Farriol mencionaba en su libro La revuelta permanente:

“Había en Casas Viejas un anarquista de prestigio al que llamaban Seisdedos que se pone al frente de la situación” Dice: “Ha llegado la hora” y, rodeado de su familia, se lanza a la calle. Le siguen todos los campesinos influidos por la CNT y el acratismo. Van con sus escopetas de cazar conejos, las balas de papel (…) La Guardia Civil es escasa y se ha parapetado en la casa-cuartel. Pero desde Madrid, Cádiz y otros sitios se reúnen compañías de fuerzas de asalto, que se presentan en Casas Viejas”.

Hoy en día se sigue desconociendo quién disparó primero. Pero lo importante es que en el primer tiroteo, dos guardias civiles fueron heridos para fallecer posteriormente.

La revolución comunista fue sofocada en el resto de España. Pero no en Casas Viejas. Y es que en ese momento, el pueblo podía convertirse en las cenizas del fénix para que la revolución renaciera en el resto de España. Pero el Gobierno de Manuel Azaña, ante tal situación, decidió restablecer el orden y enviar al ejército.

El 13 de enero, la Guardia Civil y la Guardia de Asalto irrumpen con contundencia al mando del capitán Rojas con fusiles y granadas de mano. Una choza donde se encuentran tres hombres, dos mujeres y un chico mueren en el ataque, pues las órdenes que dicta el capitán son tajantes: ni prisioneros ni heridos. La choza es impregnada en alcohol y luego prendida en llamas. Sólo una mujer y el niño logran huir a través de una ventana.

Esa choza era la cabaña del mismísimo y admirado anarquista Seisdedos, un anciano de 94 años que padece artrosis y casi ciego.

Todos aquellos ciudadanos que fueron considerados partícipes de la rebelión fueron fusilados indiscriminadamente y a sangre fría.

Pero una investigación parlamentaria esclareció los sucesos. El capitán Rojas, bajo las órdenes de Azaña, fue juzgado y condenado a veinte años de prisión y liberado por el Movimiento, participó en la represión de Granada donde fue vinculado a la ejecución del gran poeta y dramaturgo García Lorca

Pero los acontecimientos de Casas Viejas terminaron por abrir una brecha, una herida en el gobierno de Azaña siendo uno de los causantes de la crisis del primer bienio republicano. La sociedad exigía justicia. El presidente, incapaz de recuperarse de tal golpe, se vio obligado a dimitir el 8 de noviembre de 1933.

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