Analizar como se organizaban los obreros en la Terrassa de la Restauración borbónica significa examinar, evidentemente de forma resumida, las relaciones sociales de producción, que se establecen entre los seres humanos para crear los bienes materiales necesarios para la vida. Sin dejar de lado los aspectos ideológicos, culturales, jurídicos y políticos, y todavía menos, la lucha de clases, elemento fundamental que hace que hombres y mujeres a lo largo del proceso histórico tomen conciencia de su situación y inicien un serie de acciones o creen un conjunto de organizaciones para luchar y así mejorar sus condiciones de vida y trabajo.
Terrassa: una fábrica de Catalunya (1868-1888)
En Terrassa, el Sexenio, se inició con la alianza entre los republicanos y los liberales –alianza que surgió de la fracasada revuelta liberal-republicana del 15 de agosto de 1867–, se tradujo en un ambiente de acuerdo social entre los obreros y la burguesía liberal (recuperación del convenio colectivo entre fabricantes y tejedores), y con un candidatura unitaria liberal-republicana que llevaría a la alcaldía a Jaume Vallhonrat i Rovira, el 1 de enero de 1869.
El descontento popular producido por las quintas y los impuestos que de ellas se derivaban llevó a los republicanos tarrasenses (totalmente distanciados de los liberales monárquicos locales) a sublevarse conjuntamente con otros grupos federales de los pueblos del entorno. La revuelta, iniciada en el mes de octubre de 1869, fue sofocada por el cuerpo de Voluntarios de la Libertad de la ciudad, creados, el mes de abril, por el alcalde Vallhonrat. La revuelta de los republicanos y la lucha contra los carlistas convirtieron Terrassa en una ciudad militarizada[1]. El grupo liberal monárquico dirigido por Vallhonrat se convirtió en el grupo político dominante durante todo el Sexenio revolucionario, proclamándose primero Amadeistas (Partidarios de Amadeo de Saboya), aceptando después el gobierno republicano y sin ningún escrúpulo, proclamándose, el 1875, partidario de la Restauración borbónica.
El ciclo de estabilidad política la alcaldía de Terrassa iniciada el 1877, se agotó el 1883, al ser proclamado alcalde el republicano federal, Joaquim Marinel·lo Bosch. Durante estos años de estabilidad la clase dominante local estuvo más interesada en sus asuntos económicos privados y de clase, que no en la participación en los asuntos públicos, ya que su dominio sobre la formación económica y social estaba garantizado por el control del ayuntamiento (poder local) y del diputado de turno que defendía sus intereses en los niveles superiores del estado (poder provincial o nacional).
El 29 de marzo de 1877, Terrassa recibió el título de Ciudad (Real decreto publicado el 9 de abril de 1877). La solicitud del alcalde Jaume Vallhonrat y Rovira, que llegó durante el mandato del alcalde Jaume Colomer y Cerrojo, representó el reconocimiento del fuerte desarrollo económico que la clase liberal burguesa industrial local había llevado a término. De hecho la presencia de los prohombres locales en el ayuntamiento [2] y en todos y cada uno de los actos de apoyo y celebración del título de ciudad, ponen de manifiesto quien mandaba a la ciudad y que objetivos tenían.
La creación de las diversas entidades económicas –y evidentemente con un profundo cariz político– tenía como objetivo buscar, alrededor del poder de decisión central, las leyes que favorecieran sus intereses (aranceles). No seria desacertado situar esta necesidad como uno de los elementos que favorecieron su creación, ni considerar, el papel del cacique tarrasense por excelencia, Alfons Sala, como el del representante de los intereses burgueses locales en Madrid y el símbolo de esta alianza entre poder económico y político.
Así, la creación del Instituto Industrial (1873) [3] y de la Caixa de Terrassa (1877) fueron los hitos fundamentales del proceso de creación de los organismos económicos necesarios por unificar y defender los intereses de la clase dominante local: la burguesía industrial textil.[4] El control económico y político de la clase dominante, favorecida por el sistema de la alternancia de la Restauración, se tradujeron en veinte años (1868-88) de dominio absoluto sobre el proletariado tarrasense. La burguesía en este años de la fiebre “del oro” mecanizó y diversificar la industria textil, [5] apoyó la creación de un importante mercado financiero y de inversiones. En definitiva pudo desarrollar libremente sus potencialidades y obtener y controlar los beneficios que toda la sociedad creaba. Además de continuar el proceso de creación de nuevas instituciones económicas como fueron: el Banco de Terrassa (1881) y la Cámara de comercio (1886).
Las entidades económicas creadas por la burguesía, como dice, Josep Puy [6]: “aparecieron por la lógica necesidad del momento, pero bajo las maniobras de un colectivo minoritario […]”. Este colectivo minoritario de industriales y propietarios (de origen agrario) tiene una reiterada presencia en todas y cada una de estas instituciones económicas y políticas, como dice Puy: “Las Juntas Directivas y los Consejos de Administración están integrados por los mismos personajes pero con diferente reparto de cargos.” Esto pone en evidencia la fuerte cohesión interna de la clase dominante local y su dominio sobre la vida económica, social y política. El control que ejerce sobre el poder local (Ayuntamiento) será el instrumento imprescindible que permitirá la consolidación de un modelo de dominación capitalista a nuestra ciudad y al conjunto del país. [7]
En resumen y en palabras Josep Puy: “La ciudad estaba en manso de un número muy reducido de familias que practicaban una especie de endogamia en el control de la fábrica y en la sucesión y dominio de los cargos directivos” y, nosotros añadiríamos: a la vez que ejercía un fuerte control y represión sobre el conjunto de la población, que nada tenía, sólo su fuerza o inteligencia para alquilar.
El movimiento obrero tarrasense, 1840-88.
Las organizaciones obreras tarrasenses plantearon el primer conflicto laboral, entre el mes de diciembre de 1840 y el de enero de 1841, el conflicto estalla por no respetar la patronal la medida de los urdidores, el resultado fue el mantenimiento de la medida tradicional acordada por obreros y fabricantes, actuando en este conflicto el ayuntamiento como intermediario, papel que no abandonará ya nunca y que será la forma típica de garantizar el desarrollo de las fuerzas productivas a favor de la clase dominante sin el recurso a la violencia, el que tampoco dudará en utilizar si es necesario. Pero normalmente de la mano de los aparatos represores del estado nacional, actuando este solo como elemento de apoyo logístico, evidentemente apoyo imprescindible, pues es él y sus empleados (fuerzas coercitivas como los municipales e informantes) quienes conocen a los dirigentes obreros y sus organizaciones.[8]
El segundo conflicto importante se produje el 1842, fue el típico conflicto de la transición al mundo de la fábrica: los trabajadores, propietarios de los telares, se negaron a cumplir los horarios marcados por los propietarios de las fábricas donde trabajaban. La solidaridad de los tejedores tarrasenses obligó a los fabricantes a mantener la libertad de horario, mediante la intervención del gobernador civil.[9] Para nuestros lectores no familiarizados con esta institución diremos que es un órgano estatal de coordinación e intermediación entre el municipio y el gobierno nacional e intermunicipal. El gobernador civil era el representante del gobierno en la provincia y lo elegía el consejo de ministros. [10]
Los conflictos entre el 1842-54 se resolvieron con el acuerdo entre obreros y patronal y con el reconocimiento de la Sociedad de Tejedores de Terrassa (1854). El 1855 se inició con la contratación colectiva, que fue aprobada por sendas comisiones de tejedores y fabricantes, los cuales firmaron el convenio de tejedores con la mediación del gobernador civil. El gobernador civil, el 30 de mayo de 1855, decretó (mediante un bando) limitaciones para los convenios colectivos y para el asociacionismo obrero, generalizando el recurso a las comisiones mixtas. Los obreros tarrasenses como respuesta firmaran la exposición de los obreros de la provincia de Barcelona pidiendo respeto a la legalidad y defendiéndose de las acusaciones de subversivos.
El bando significó el aparición de comisiones mixtas en oficios dónde existían (albañiles, tejedores y hiladores de algodón), pero la patronal se negó a aplicar los convenios (hilatura). Los hiladores y tejedores de lana firmaron en el mes de octubre de 1855 la exposición de la clase obrera española (octubre) en defensa del derecho de asociación. La conciencia de clase de los trabajadores de Terrassa iba creciendo y conformándose al calor de los conflictos laborales.
El 1856 los afiliados a la sociedad de hiladores de lana eran 40, la de tejedores 250 y la de hiladores de algodón 15. Al finalizar del bienio progresista sólo estaban permitidos los “montepíos” de oficio (con carácter mutualista), solamente el de tejedores de lana llegó a funcionar.
El número de obreros de Terrassa, 1860-1910
Años | Población total | Trabajadores | |
1860 | 8.873 | 2.075 | 1.872 (1861) |
1874 | 9.215 | 4.692 | |
1910 | 22.679 | 4.988 (1909) |
Font: Elaboración propia a partir de: Benaül i Berenguer, J.M. Op. cit. (1991) pp. 114 i 140.
El convenio colectivo entre tejedores y fabricantes volvió a funcionar a partir del 29 diciembre de 1868. La moderación de los obreros tarrasenses durante el Sexenio Democrático, que defendían el acuerdo por encima del conflicto, se hizo patente, cuando, éstos criticaron el Congreso Obrero Catalán porque se había manifestado a favor de la república.
El Congreso Obrero de Barcelona de 1870, que dio lugar a la creación de la Federación de la Regional Española de la AIT (Asociación Internacional de los Trabajadores), no contó con la presencia de ningún representante de nuestra ciudad. Pese a este hecho, durante el Sexenio se constituyeran nuevas sociedades obreras: Sociedad de obreros carpinteros (1871), la Sociedad cooperativa de tejedores de lana (1872) y la Federación local adherida a la FRE (Federación Regional Española) de la AIT, con tres secciones (1873).[11]
Una vez derrocada la efímera Primera República e iniciada la Restauración borbónica la estabilidad política garantizó a la burguesía local un largo periodo de crecimiento económico (1877-1887) y un dominio absoluto sobre el mercado laboral local, es decir, sobre la mayoría de la población: los trabajadores y trabajadoras. Las dificultades para organizarse que sufrieron los trabajadores durante estos años vinieron de un lado de la legislación de asociaciones [12] y de otra de la presión ejercida por la burguesía local. Durante la Restauración: “El movimiento obrero tarrasense aparecía como mucho moderado y bastante desatado de la dinámica asociativa general”.[13] O como también dicen los redactores, del Obrero [14] (Núm. 7, de enero de 1872) refiriéndose a los obreros tarrasenses: […] la mayoría monárquica, estacionaría y antirrevolucionaria de dicha villa […] la división de [entre] capitalistas y trabajadores tiene en el entendimiento de los tarrasenses una significación muy parecida a la de los señores y plebeyos […]”. Otra explicación de su moderación según los conservadores era su actitud patriótica hacía los amos y la ciudad. [15] Hace falta recordar también en comparación con otros municipios el carácter singular de la formación económica y social tarrasense, como dice Benaul, y nosotros insistimos, la existencia de una estructura de la propiedad empresarial concentrada en pocas manos favoreció notablemente el control social de la clase obrera y atenuó la conflictividad laboral.
Las actividades del movimiento obrero local, a pesar de todo no se detuvieron totalmente nunca y, pensar en una ciudad tranquila durante los años de la fiebre “del oro” (1876-1886), como resultado de el acuerdo entre patrones y obreros es a nuestro entender totalmente ficticio. Haría falta pensar más bien, como también opina, Oller [16]“[…] en la represión de las clases dirigentes, su control directo y efectivo sobre la clase obrera, […]”. Las actividades clandestinas de las organizaciones obreras existieron siempre, como lo demuestra el hecho de las luchas del 1877-1879 [17] y 1881 o los dos atentados con explosivos del 1885 y 1886.
Evolución de los indicadores culturales y asociativos de Terrassa, 1860-1887.
Años | Población total | Alfabetización (%) | Entidades creadas | OAC [18] | ||
1860 | 8.873 | 24,8 | 38,2 | 11,6 | 1 | 8.363,3 |
1877 | 11.199 | 35,5 | 48,8 | 22,1 | 15 | 622,2 |
1887 | 13.182 | 46,1 | 59,6 | 32,7 | 35 | 313,9 |
Font: Elaboración propia a partir de: SOLÀ GUSSINYER, Pere, Op. cit. (1993) p. 334. Los datos de 1860 son idénticas a les que hemos calculado con la hoja resumen del Censo de Terrassa: AHCT, Dades estadístiques, secretaria dades, 1823-1938, capsa 1.
Hablar de condiciones de vida y trabajo de los obreros de Terrassa, durante la fiebre “del oro” es simplemente pensar en condiciones muy duras o incluso infrahumanas: trabajo infantil, jornadas inacabables (12-14 horas), seis días y medio de trabajo a la semana, salarios miserables (1877, 25 ptas. /semanales), paro (el marzo de 1878 había 2.500 obreros sin trabajo). Esta situación hacía muy difícil las actividades asociativas, pero no las evitaba, ya que las asociaciones que nacían y perduraban. Las oportunidades asociativas culturales (OAC) al municipio aumentaron, durante los años 1860-77 de forma espectacular y todavía más en el periodo 1877-87; pero si, en el primero periodo (Sexenio Democrático) el crecimiento fue debido a la creación de organizaciones obreras, durante la segunda etapa lo fue gracias a las relacionadas con el mundo burgués. La nueva clase industrial necesitaba espacios para relacionarse entre ellas, nuevos pactos, nuevas amistades y lugares de encuentro para poder garantizar la reproducción de las relaciones sociales de producción y a la vez disfrutar de los beneficios obtenidos con su sistema de dominación-explotación; las asociaciones culturales, recreativas y de diversión jugaron este papel. Pero el proletariado continuó sometido a la clase dominante siendo su participación en este tipo de asociaciones muy limitada y subalterna. En estos años, muchas veces las esperanzas de los obreros sólo fueron: ganas de descansar. Los obreros mantuvieron a pesar de las duras circunstancias algunos espacios de actividad, sobre todo a partir de los años ochenta, pues hasta aquel momento sus actividades lúdicas y culturales serían las relacionadas con las fiestas populares o las salidas de domingo al campo.
Les asociaciones obreras de Terrassa, 1868-1888
Entidad | Año | Tipo | Dirigentes |
Sociedad de Hiladores de lana | 1869 | Sindical | Carlo Canadell (1879) |
Circulo republicano democrático federal [19] | 1869 | Política | A. Marinel.lo i J. Miralda |
Sociedad de Socorros mutuos “La fraternidad” | 1871 | Mutual | J. Valls i A. Marinel.lo |
Sociedad obreros carpinteros | 1871 | Sindical | Manuel Pérez |
Sociedad obreros tejedores de lana | 1872 | Sindical | |
Federación Obrera [20] | 1872 | Sindical | V. Asensi |
Sociedad cooperativa de tejedores | 1872 | Cooperativa | J. Recasens |
FRE-AIT: oficios varios | 1877 | Sindical | |
Sociedad de tejedores a mano | 1877 | Sindical | M. Gall |
Asociación de carpinteros | 1878 | Sindical | |
FRTE: hiladores, tejedores a mano y mecánicos | 1882 | Sindical | |
Centro de la coalición republicana | 1886 | Política | |
Ateneo Obrero | 1886 | Científica |
Font: Elaboración propia a partir de marcet i gisper, X. Op. cit. (1993) p. 10-11. SOLÀ GUSSINYER, Pere, Op. cit. (1993) p. 334. CASTELLS CAÑAMERES, J. Historia de la industria textil lanera de Tarrasa. Terrassa: Imprenta moderna, 1951, p. 73. CASAJUANA PLADELLORENS, J. Op. cit. (1973), pp. 6 i 10
Las asociaciones de carácter obrero que hemos podido localizar por diferentes vías básicamente el AHCT (Archivo Histórico Comarcal de Terrassa) [21] y bibliografía local, está pendiente de un estudio más profundo del movimiento obrero tarrasense. Esta aproximación nos permito ver y mantener que pese al cariz supuestamente moderado de la clase obrera local, la lucha por los intereses de los trabajadores no dejó de existir nunca en nuestra localidad pese a la interferencia continua, organizada y sistemática de la burguesía local. Una prueba de esta interferencia la tenemos en la creación de la sociedad “de tejedores mecánicos” (1888) que estaba ligada directamente a la patronal local y a sus intereses; esta sociedad entró en crisis el 1889, cuando se planteó en la ciudad la lucha por la jornada de ocho horas diarias, dejando de existir el año 1902.
En Terrassa, la lucha por las ocho horas tuvo su punto de inflexión el Primero de Mayo de 1890.
En Terrassa se fueron consolidando dos modelos antagónicos dentro del movimiento obrero: un colaboracionista y sin conciencia de clase y otro de cariz anarcosindicalista sin una organización estable, que defendió los intereses de los trabajadores desde diferentes asociaciones obreras. Esta posición sindical permaneció arraigada, con altibajos, hasta el año 1939 y fue una de las organizaciones fundamentales para la defensa de los intereses y derechos de la clase trabajadora de nuestra ciudad.
La Federación Obrera de Terrassa 1872.
La primera gran organización de la clase trabajadora de la localidad fue la Federación Obrera de Terrassa. Esta, que existía desde el 28 de abril de 1872, fue suprimida por decreto tras el golpe de estado del general Pavía (3 de enero de 1874).
La vida de la Federación fue corta, pero su llama nunca dejó de lucir. Sus actividades no sólo fueron sindicales, sino que abarcaron otros campos sociales, participando en la creación de cooperativas de consumo, como la fundada por Joan Recasens, el 20 de abril de 1872., cooperativa que tenía como objetivos: rebajar el precio de los productos de primera necesidad y la financiación de las escuelas obreras. [22]
El reglamento aprobado por la Federación de Terrassa el 1872, muestra el cariz democrático y la capacidad de organización del movimiento obrero local. [23] Así, su artículo segundo muestra cual era su objetivo fundamental: “El objeto de esta Federación es fomentar la asociación entre todos los trabajadores de esta localidad, a fin de procurar su mejoramiento”
La organización estaba formada por un Consejo local, en el que había tres representantes de cada sección asociada (el 1873, existían la de hiladores, tejedores y las tres clases de vapor) y su función era la de “meros procuradoras de sus seccionas respectivas” (artículo: 7), es decir, no tenían ningún poder superior a la de la asamblea de su sección, y además, las discusiones y votaciones se tenían que adecuar a los principios de la solidaridad obrera. Las comisiones del Consejo local (artículo: 9) eran:
1. Organización social (artículos: 14-15): dedicada a la cooperación y a la resistencia solidaria y al estudio de las relaciones de laborales en los diferentes oficios para así poder facilitar la práctica de los principios de la organización. También era responsabilidad suya vender los productos de primera necesidad a un precio de coste para los afiliados (era posible un economato). Por último, también tenía como misión la preparación de las asambleas generales (artículo: 31)
2. Propaganda (artículos: 16-17): encargada de difundir las ideas de la organización y fomentar la creación de otras secciones obreras. Los miembros de la comisión serian a la vez miembros del consejo de redacción del futuro periódico obrero.
3. Administración (artículos: 18-20): encargada de la gestión económica y administrativa y era a la vez responsable de transmitir las informaciones del Consejo local y de la elaboración de estadísticas sobre la situación del movimiento obrero.
Podían formar parte de las comisiones todos los afiliados que lo quisieran (artículos: 10-11), estas se hacían semanalmente y por cada reunión se nombraba una mesa de dirección. El carácter asambleario y democrático de el organización era evidente, así, a las reuniones del Consejo local podían asistir y dar su opinión todos los afiliados, si bien las decisiones las tomaban, por mayoría, los representados de cada sección. La mesa de discusión era escogida para cada reunión (artículo: 24). Las asambleas generales decidían por mayoría de los presentes todos los aspectos relacionados con el funcionamiento de la Federación.
Las cuotas para garantizar el funcionamiento de la Federación eran de 15 ptas./ por mes y por el numero de afiliados de cada sección (artículo: 34) las secciones que no podían satisfacer las cuotas no perdían sus derechos, pero debían pactar con el Consejo un tiempo para su regularización (artículo: 32).
La Federación, bajo el mandato del Consejo local, creó también una Caja colectiva, esta tenía como objetivo: “apoyar las cajas de resistencia luchando contra el capital explotador y cooperar por la emancipación de las clases trabajadoras estableciendo talleres de trabajo y de consumo cooperativos-solidario” (artículo: 1). EL objetivo era a la vez constituir cooperativas de consumo y producción los denominados por ellos: talleres y establecimientos colectivos (artículo: 2) y toda una estructura de resistencia obrera para poder afrontar las luchas laborales y defender el poder adquisitivo de los afiliados.
Otro elemento fundamental en la estructura del la Federación fue la “Caixa de d’Economies”, una verdadera caja de ahorros, en la que los trabajadores protegieron sus exiguos ahorros y encontraran financiación (con el acuerdo de otros socios). El dinero justificado con una libreta se podían recuperar en forma de víveres o en metálico (artículo: 2).
En definitiva, la Federación Obrera de Terrassa y sus hombres y mujeres, nunca dejaron de luchar. Una renovada Federación aparecerá legalmente, el 7 diciembre de 1901, ahora con siete secciones: tejedores mecánicos en lana, prpeparadoresde aprestos y prensadores, Albañiles y peones, mecánicos, barberos y peluqueros, pintores y blanqueadores y hiladores y preparadores de estambre. Los planteamientos no cambiaron demasiado, pero ahora el carácter asambleario parecía más limitado y su orientación hacía los aspectos culturales y de lo que podríamos denominar, la batalla ideológica, estaban mucho más presentes (meeting, biblioteca, escuela nocturna, prensa,…)
Las luchas posteriores, como la gran huelga de 1902, muestran una vez más la capacidad organizativa y la firme decisión de defender los derechos laborales y sociales de los trabajadores y trabajadoras tarrasenses. Y a la vez el carácter fuertemente represivo [24] de una burguesía local dispuesta a todo para defender sus capitales.
[1] Véase: sanllehí i bitrià, E. “L’impacte de la tercera guerra carlina a Terrassa”. Terme núm: 6, páginas: 145-158.
[2] cardÚs i ros, S. Estalvi ciutat i progrés. 125 anys de la Caixa d’Estalvis de Terrassa. Terrassa: Lunwerg editores i Caixa de Terrassa, 2001, página: 33. Véase también: SUBIRATS ARGELAGUÉS, J. 1877 Tarrasa. Terrassa: Caixa d’Estalvis de Terrassa, 1977. página: 119. En el mismo libro puden comprobar la presencia de los prohombres industriales locales en la lista de alcaldes y regidores a lo largo del siglo XIX, páginas: 110-113. También: Benaül i Berenguer, J.M. “Aproximació a la història de la indústria de Terrassa. De la industrialització a l’economia de guerra, 1870-1939”. En Terrassa, cent anys a ritme de llançadora. Terrassa: Museu tèxtil (Catàleg de l’exposició), 1993, páginas: 156-158.
[3] El Instituto nacía, el 20 de octubre de 1873, de la fusión del “Gremio de fabricantes” y de la “Asociación para la compra y venta de la lana rechazada”. Con dos objetivos: un de carácter económico (respaldo al desarrollo industrial textil de la ciudad) y un otro de político (intervenir en el conflicto de clase para controlarlo con una ideología basada en el paternalismo empresarial). La Revista Tarrasense (4 de juny de 1876) fue el órgano de expresión de la burguesía industrial local. Véase: OLLER I FOIXENCH, J.M. Apunts per a una història de la premsa terrassenca Terrassa: Fundació Torre de Palau, 2002, páginas: 41-43. I cardús i ros, S Op. cit. (2001), página: 38.
[4] Podemos considerar la constitución de la Mina de Aguas de Terrassa (1842) como la primera alianza burguesa local. Esta sociedad tenía como objetivo proveer de agua y energía a la creciente industria local, pese a no salir bien el intento, fue la primera prueba de la necesidad de una alianza de intereses. Alianza que salió reforzada con la lucha contra los aranceles que abrían las puertas a los tejidos de lana del extranjero (arancel de 1869 y el del 17 de julio de 1877) y que no fue exitosa hasta el arancel de 1891. La lucha por la implantación de aranceles proteccionistas fue la batalla política más importante librada por las entidades económicas locales. Véase: Puy i juanico, J. “La Terrassa de la Restauració”. En Història de Terrassa. Terrassa: Ajuntament de Terrassa, 1987, páginas: 314-316.
[5] Benaül i Berenguer, J.M. “La Llana”. En Història econòmica de la Catalunya contemporània. Segle XIX. Barcelona: Enciclopèdia catalana, 1991, Vol III, página: 129: “Només amb la mecanització del tissatge podia considerar-se plenament assolida la industrialització de la producció tèxtil llanera” […] “ A Terrassa aquesta (es produí) entre el 1882 i 1887 (Traducción: “Sólo con la mecanización del tisaje podía considerarse plenamente lograda la industrialización de la producción textil llanera” […] “ en Terrassa esta (se produjo) entre el 1882 y 1887). Según Benaül (Ídem, página: 120), entre 1875 i 1890, Terrassa pasó de 10 a 460 telares mecánicos.
[6] Puy i juanico, J. Op. cit. (1987), páginas: 313-314.
[7] Haría falta añadir por completar el cuadro, que el Estado central (representado por la Diputación de Barcelona que era y es un órgano de coordinación de los municipios de la provincia) interviene para garantizar el funcionamiento del sistema político y económico, ya que la administración local sometida absolutamente a los intereses de la burguesía era incapaz de hacerlo. El Ingeniero Inspector de la Inspección “industrial de Barcelona” de la Diputación de Barcelona, Manuel Gispert, en un informe (10 de junio de 1872) enviado a la Diputación de Barcelona el 17 de mayo de 1877, dice que en las Ordenanzas Municipales presentadas para su inspección, no había ni un solo artículo que hiciera referencia a la reglamentación industrial, “[…] siempre digna de tener en consideración en nuestra provincia; y sobre todo en uno centro fabril como la villa de Terrassa […]” y exige que se apliquen todas las leyes referentes a el ordenación industrial con el objetivo de garantizar “[…] la seguridad de las personas y de las propiedades […] exige además que sean estas cumplidas en lo tocante a la salud de seguridad de los obreros, de tal modo que ofrezcan toda aquella seguridad apetecible a los habitantes del edificio fabril, o sea, a los obreros que en el se ganan su subsistencias”. AHCT. Junta de Reformas Sociales, caja, 12
[8] Haría falta añadir por completar el cuadro, que el Estado central (representado por la Diputación de Barcelona que era y es un órgano de coordinación de los municipios de la provincia) interviene para garantizar el funcionamiento del sistema político y económico, ya que la administración local sometida absolutamente a los intereses de la burguesía era incapaz de hacerlo. El Ingeniero Inspector de la Inspección “industrial de Barcelona” de la Diputación de Barcelona, Manuel Gispert, en un informe (10 de junio de 1872) enviado a la Diputación de Barcelona el 17 de mayo de 1877, dice que en las Ordenanzas Municipales presentadas para su inspección, no había ni un solo artículo que hiciera referencia a la reglamentación industrial, “[…] siempre digna de tener en consideración en nuestra provincia; y sobre todo en uno centro fabril como la villa de Terrassa […]” y exige que se apliquen todas las leyes referentes a el ordenación industrial con el objetivo de garantizar “[…] la seguridad de las personas y de las propiedades […] exige además que sean estas cumplidas en lo tocante a la salud de seguridad de los obreros, de tal modo que ofrezcan toda aquella seguridad apetecible a los habitantes del edificio fabril, o sea, a los obreros que en el se ganan su subsistencias”. AHCT. Junta de Reformas Sociales, caja, 12
[9] La intervención del Estado como regulador de las relaciones sociales de producción, en el caso de Terrassa a lo largo del siglo XIX es un hecho evidente y demostrado.
[10]· “En 1833, el territorio español quedó dividido en cuarenta y nueve nuevas provincias sin ningún arraigo histórico, inspiradas por los departamentos franceses de 1790; con este motivo, Cataluña resultó descuartizada en cuatro provincias administrativas artificiales e impuestas. Al frente de cada una de estas provincias se estableció la figura del jefe político o gobernador civil, encargado – a la manera del prefecto francés que le servía de modelo – de velar por el orden público, de promover el progreso material y de combatir los particularismos locales. Y, naturalmente, se dictaron leyes imponiendo la enseñanza pública del castellano, con exclusión de lenguas ‘regionales’”. Joan B. Culla i Clarà: Cataluña: una historia y algunas paradojas en http://www.matices.de/18/18scatal.htm
[11] Véase: Benaül i Berenguer, J.M.. “Industrialització i liberalisme, 1808-1874”. En Història de Terrassa. Terrassa: Ajuntament de Terrassa, 1987, páginas: 288-289.
[12] Las clases dominantes y gobernantes durante la Restauración borbónica impusieron un conjunto de leyes para evitar sorpresas como las del Sexenio democrático y revolucionario, el objetivo fundamental del nuevo Estado liberal era, “[…] impedir que las clases populares volvieran a tener un protagonismo en la vida política española […]” para lo cual se dotó de la legislación correspondiente: Constitución de 1876, Real Orden de 2 de enero de 1877 y la Ley de Asociaciones de 30 de junio de 1887. En todas ellas era la figura del gobernador civil quien autorizaba la creación de la asociación y sus actividades. Hasta el 1887, estaba prohibido la creación y la continuidad de las asociaciones de carácter político y, a partir de ese año, las constituidas estaban sometidas a un control absoluto y exhaustivo por parte de el administración representada por el gobernador civil. Véase: plans i campderrós, L, La vida cultural i recreativa a la Terrassa d’ahir, 1875-1931. Terrassa: Fundació Torre de Palau, 2000, páginas: 45-52.
[13] MARCET I GISPER, X. “El sexeni democràtic”. Dins: DD. AA. Història de Terrassa del segle XX. 1867-1993. Terrassa: Diario de Terrassa, 1993, página: 12.
[14] El Obrero era un diario republicano y socialista de Sabadell.
[15] MARCET I GISPER, X. Qui ha manata Terrassa? i altres reflexions. Terrassa: Ed. Egara, 1991, páginas: 31-33.
[16] OLLER I FOIXENCH, J.M. “Conflictivitat al carrer i a la fàbrica”. Dins: Història industrial de Terrassa. Terrassa:
Diari de Terrassa, Lunwerg editores, 1998, Vol. I, página: 131.
[17] Véase: CASAJUANA PLADELLORENS, J. El moviment obrer a Terrassa de 1874 a 1902, Bellaterra: UAB-Facultat de Lletres, 1973 (inèdit), páginas: 8-14
[18]· Según: SOLÀ GUSSINYER., P. Història de l’associacionisme català contemporani. Barcelona i les comarques de la seva demarcació 1874-1966, Barcelona: Generalitat de Catalunya-Dept. de Justícia, 1993, páginas: 21-22. EL OAC es: “El cálculo de el oportunidad associativo-cultural se obtiene dividiendo la población por el nivel associativo-cultural. Para la población, se calcula la media del número de habitantes entre dos censos. El nivel associativo-cultural se obtiene para cada década añadiendo a las entidades inscritas durante la década aquellas entidades de décadas anteriores de las cuales nos consta su existencia en la década a considerar”.
[19]· Reglamento del Club Republicano democrático federal de Terrassa, firmado por, J. Ballvé (President) i Eloy Montserrat (Secretari) el 2 de febrer de 1870. AHCT. Governació. Associacions, caja 70.
[20]· En el AHCT (Archivo Histórico Comarcal de Terrassa) podemos consultar una carta petición de legalización de la Federación Obrera de Terrassa al Gobernador civil, de 28 de abril de 1872, firmada por: Cayetano Brusi, Joan Cornuella (?), Domingo Ballbé y Pablo Prunés. AHCT. Junta de Reformas Sociales, capsa, 12. Además, del reglamento de funcionamiento de la sociedad dirigido al alcalde de Terrassa con fecha de, 13 de julio de 1872. AHCT. Gobernación. Asociaciones, caja 70
[21] En el AHCT, hemos podido consultar alguna información sobre asociaciones, como una carta de listado de asociaciones existentes en Terrassa el 31 de diciembre de 1879 firmado por el Alcalde Isidro Abelló. AHCT. Gobernación. Asociaciones, caja 69
[22] CASAJUANA PLADELLORENS, J. Op. cit. (1973), página: 6.
[23] AHCT. Governació. Associacions, caja 70.
[24] La jornada del 19 de febrero de 1902 fue duramente reprimida. Las tropas dispararon contra una concentración pacífica de trabajadores, en el Paseo, resultando dos personas muertas. Este será el punto de inflexión de la lucha obrera en Terrassa, y a la vez, el momento de la parición de una organización obrera radical y revolucionaría que llegará hasta la guerra civil: la CNT. Veáse, un pequeño resumen sobre el movimiento obrero en: OLLER I FOIXENCH, J.M. Op. cit. (1998) páginas: 129-160.