LA TERTÚLIA DEL QUART PIS

Bip-bip
Ya es tarde, deben ser las cuatro de la mañana. Andrea levanta el brazo buscando torpemente su móvil en la mesita de noche.Tira un par de pulseras y las llaves de casa al suelo hasta alcanzarlo. Se frota los ojos y se incorpora en la cama. Lee mas de cien mensajes de varios grupos del whats app. Tantos mensajes para no decir nada, piensa. Encuentra otro mensaje recibido a las 00.36: “Ya he llegado a casa! No te he podido decir nada porque me he quedado sin batería. Joo, supongo que estabas cansada y te has ido a dormir ya. Hoy has aguantado el ritmo del grupo como una campeona, has hecho sufrir mucho a los chicos porque te querían ganar. Estás fuerte, ¿eh? Se nota que entrenas. Voy a ir a dormir yo también, joo, no voy a dormir bien si no me cantas una nana. Mañana hablamos y recuerda que me debes algo. Duerme bien y descansa, un beso.” Ese mensaje le hace sonreír como una tonta. Los 43km de sufrimiento durante la mañana habían valido la pena solo para verlo y pasar un rato con él. Aun no se ha dado cuenta, pero ese chico le hace sentir bien y poco a poco se empiezan a coger más cariño.

Carla

Diumenge vaig anar a l’hospital a veure el pare de la novia del meu pare, que està ingressat des de fa uns dies. Al cap d’una estona d’estar a la seva habitació vaig començar a tenir molta calor. Això no em va estranyar gens, perquè m’havia abrigat molt per anar amb la moto. Així que, sense donar-li més importància vaig treure’m la bufanda i la jaqueta. Però tot seguit vaig començar a veure-ho tot negre; encara que m’havia passat altres vegades, aquesta vegada durava més de l’habitual, i vaig començar a angoixar-me i a posar-me nerviosa. Vaig mantenir els ulls tan oberts com vaig poder per veure si d’aquesta manera aconseguia recuperar la visió i em va semblar recuperar-la però segons després vaig tornar a veure-ho tot negre i vaig caure a terra. Un parell de minuts després vaig despertar-me en una cadira, m’havia desmaiat. Segons el que em deien, jo estava molt pàl·lida i em varen mirar la pressió, que la tenia molt baixa, però em vaig prendre un suc i de mica en mica vaig anar recuperant el meu color.

Això m’ha fet parar-me a pensar que per un moment he sigut invident. La gent normalment no valora la importància de la vista perquè els resulta una cosa completament normal però n’hi ha d’altra que els agradaria poder veure el món en el que viuen, la gent que els envolta, el curiós mecanisme de qualsevol màquina,… 

Carla

És fàcil resumir el que he fet aquestes 24 hores enrere ja que no he fet gaires coses. Ahir, igual que abans d’ahir, em vaig despertar després que sonés l’alarma per anar al cole; vaig baixar del llit; em vaig posar les sabatilles i vaig anar a la cuina, una mica marejada, per preparar-me l’esmorzar. Em vaig preparar un batut de maduixes i dues torrades i m’ho vaig menjar. Mentre em vestia vaig haver de córrer al lavabo però no vaig arribar a temps i vaig vomitar al terra. Quan la meva mare es va assabentar em va aconsellar que no anés a l’institut i em quedés a casa, perquè el dia abans m’havia passat el mateix. Vaig tornar al llit, convençuda de que no m’adormiria perquè normalment una vegada desperta no puc tornar-me a adormir. Sorprenentment em vaig adormir i vaig despertar-me gairebé a les tres. Per a mi, això va ser el fet estrany i a més a més va ser la prova de que alguna cosa no anava bé.

Carla

En enero hará un par de años que mis padres se divorciaron. No me parece un hecho extraño porque se ve que se ha puesto muy de moda en los últimos años. Los divorcios en muchos casos sorprenden a la gente porque las parejas parecen felices y llevan muchos años juntos pero eso solo es una falsa ilusión. En el caso de mis padres la gente se sorprendía, pero eso pasaba porque el punto de vista desde fuera es distinto al de dentro. Yo veía que tarde o temprano pasaría pero no acababa de llegar el momento hasta que un día, de la noche a la mañana, sucedió.

Las cosas desde entonces han cambiado mucho. Yo nunca lo he llevado del todo bien pero voy acostumbrándome a la situación aunque de vez en cuando me paro a pensar en momentos que estábamos toda la familia riéndonos o haciendo cualquier cosa y siento nostalgia porque me gustaría volver a vivir esa clase de momentos pero sé que eso no ocurrirá.

Carla

Hace más o menos un mes fuí a Andorra a hacer una competición con la novia de mi hermano y unos amigos suyos. Tenía que pasar todo el fin de semana con ellos y solo conocía a la novia de mi hermano. Además, todos tenían alrededor de veinte años, cosa que me convertía en la pequeña del grupo. Para mi era toda una aventura ya que soy muy vergonzosa y tenía que convivir durante tres días con unos desconocidos.
Después de jugar un poco al tetris conseguimos cargarlo todo en el coche y empezamos el viaje. Dos calles más allá empecé a pensar que estaban todos un poco locos, pero unos minutos después lo pude confirmar. Se pasaron todo el camino gritando, sacando medio cuerpo por la ventana y pitando a otros conductores. En definitiva, todo un espectáculo. Al llegar nos fuimos a la cama enseguida, aunque casi no pude dormir porque hacían mucho ruido. La mañana siguiente montamos las bicicletas y fuimos hacía las pistas. Aproveché para bajar por todos los circuitos ya que estaban abiertos pero al final del día solo hice cuatro bajadas por el circuito de la carrera porque rompí la bicicleta, que ese fin de semana no llevaba la mía, pero me hicieron un apaño para que pudiera bajar el domingo. A la hora de cenar empezó a llover y no paró hasta la mañana siguiente. La lluvia convirtió el circuito en una pista de barro y llena de charcos, pero salió el sol y conforme bajaban los corredores y pasaban las horas se fue secando todo.
Se puede decir que fue un gran fin de semana: me lo pasé en grande con esos divertidos desconocidos, que ya no son tan desconocidos; ví a amigos que hacía tiempo que no veía y a pesar de problemas meteorológicos y técnicos terminé la carrera haciendo una tercera posición en la general femenina.

Carla

Hoy es mi cumpleaños y soy consciente de que hay gente que sueña con tener alguno de los regalos que me han hecho pero yo soy muy feliz con solo uno: la felicitación de mi padre.

Desde hace unos meses nuestra relación no es muy buena y apenas cruzamos palabra. Tenía claro que no iba a recibir ningún regalo suyo y temía que ni siquiera se acordara de que hoy es mi cumpleaños porque eso iba a dolerme mucho pero por suerte no solo me ha felicitado, sino que, me ha abrazado y me ha dado un beso.

Eso para mi ha sido lo mejor que me ha pasado en meses y gracias a ello puedo confirmar que el dinero no da la felicidad.

Carla