Maneras de vivir
| 4 juny 2011Hoy quiero explicar una experiencia que tuve el viernes pasado.
Un hombre de cierta edad llegó muy temprano a la clínica donde trabaja mi cuñada, para hacerse curar una herida leve, se le notaba que tenía prisa, porque no paraba de preguntar cuánto quedaba para terminar, se le veía un hombre simpático y por curiosidad le pregunté cual era el motivo por el que tenía tanta prisa.
Me dijo que tenía que ir a una residencia para desayunar con su mujer como todos los días y que vivía allí. Me contó que llevaba ya tiempo en ese lugar y que tenía un Alzheimer muy avanzado.
Terminando la cura de la herida, le pregunté de nuevo si ella se inquietaría al ver que su marido llegaba tarde.
-No, me dijo, ella ya no sabe quién soy, hace ya casi cuatro años que no me reconoce.
Entonces le pregunté extrañado.
-Y si ya no sabe quién es usted ¿Por qué tiene la necesidad de estar con ella todas las mañanas?
Me sonrió y dándome la mano me dijo:
Ella no sabe quién soy yo, pero yo si sé muy bien quién es ella..
Personalmente pienso que aparte de una conversación agradable me dio una lección de vida muy importante.
Jesús Solís