Hospital
gorkacaballero | 14 juny 2015Cuando tenía dos años, una tarde de invierno estábamos en casa, mis padres y yo. Yo estaba un poco tapado de pecho, y mi madre puso a hervir agua con eucalipto, era una costumbre que tenían en casa de mi madre, porque siempre han tenido problemas respiratorios, cosa que he heredado. Así que dejó la olla con el agua hirviendo en el suelo y yo estaba en el sofá, viendo dibujos ( una pelicula de caperucita roja que jamás he podido olvidar), mi madre se fue al balcón a tender la ropa y mi padre se puso al lado mío, mi madre siempre me decía que no tocara la olla que quemaba y yo le decía que sí, tenía claro que no tenía que acercarme, pero estando en el sofá, me dio sed y me quise bajar a coger mi vaso de agua, pero como mi padre estaba en el otro lado del sofá, sin pensarlo bajé sin acordarme que tenía la olla enfrente mío para que me llegaran los vahos, con lo que puse el pie dentro de la olla, sentí un dolor muy fuerte, mi padre enseguida me cogió y me quitó el calcetín que llevaba puesto y me llevó a la bañera, al momento estaba mi madre, se me cayó la piel del pie.
Yo no paraba de llorar, mis padres cogieron el coche y fuimos al ambulatorio del pueblo, pero era demasiado para ellos y nos mandaron a Mataró, allí enseguida me atendieron, me hicieron unas curas, y llamaron a la ambulancia, para enviarme a un hospital de Barcelona, el “Vall Hebrón”, mi madre se vino conmigo en la ambulancia, mientras íbamos hacia el hospital, yo ya no lloraba, no recuerdo si me dieron algo para calmar el dolor o me hice a notar algo en el pie.
Cuando llegamos, era de noche, me llevaron a una habitación donde había más niños. Se acercó una madre con su hija, a saludarnos, me impactó ver a la niña, porque no tenía nada de pelo, y tenía la cara quemada, y fue la madre la que dijo que era una niña, era pequeña como yo. Cuando me metieron en la cama, mi madre se fue, y nos quedamos solos los niños, venían las enfermeras de vez en cuando, pero no había padres.
Ese tema lo llevé mal, y me enfadé con mis padres, porque encima que tenía daño en el pie, se iban y me dejaban solo. Ahora sé que es que era una zona de “quemados” y era una zona “esterilizada”, con lo que no podían entrar de la calle, cuando entraba mi madre o mi padre un rato, se tenían que poner unas batas verdes, gorros y zapatos. Me tuvieron que hacer un injerto de piel. Recuerdo que salí justo el día de Nochebuena, estaba todo adornado de luces, ah!, y vinieron los Reyes Magos, trajeron juguetes para todos los niños que estábamos ahí, yo alucinaba, de cómo me habían encontrado, si no estaba en mi casa, pero aun así me habían encontrado.
Ahora que soy mayor recuerdo muchas cosas de esos meses, agradezco mucho a “los reyes magos” que hicieron un poco mejor mi estancia, pero jamas se me borrará la imagen de un pasillo largo y blanco y yo de la mano de una enfermera que solo me gritaba y me decía que pese a tener dos años era mayor para saber ir a la pata coja. Lo peor de todo fue que al recuperarme de la quemadura me rompí la tibia y al recuperarme de la ruptura de la tibia me hice daño en en un ojo.
Gorka