Cosas del destino
| 18 novembre 2010Era un día frío de invierno con mucha lluvia. Las nubes negras rodeaban las casas. Las calles del pueblo estaban oscuras y solitarias, no se podía ver ni una mosca rondando por ahí. Las tiendas estaban cerradas, los dueños no se molestaron en abrir ni un minuto.
Se oían pasar los coches de vez en cuando, los árboles se movían de un lado a otro de manera violenta y las hojas caían al suelo lentamente.
Era un día de descanso. para dormir, ver pelis o relajar-se. El día perfecto para meterse bajo la sabana y echarse una buena siesta. Pero eso no fue lo que hizo Sammi: se levantó, se dio una buena ducha, se vistió rápidamente y se dirigió a la estación de tren con un paraguas en la mano.
Esperando a que llegase el tren, bajo la lluvia, vio que no era la única que lo esperaba. un chico de estatura alta y rubio también se encontraba allí.
Iba sin paraguas y ella le ofreció resguardo bajo el suyo. Hablaron durante mucho tiempo y finalmente decidieron no ir a trabajar e ir a tomar juntos un café.
De camino, el paraguas se rompió y corrieron bajo la lluvia, riéndose, hasta esconderse bajo un edificio para no mojarse. Se fueron acercando, con la cara mojada, hasta que sus rostros quedaron a centímetros de distancia. Un cúmulo de sentimientos surgieron en ese momento. Y poco a poco, se fundieron en un beso cálido y dulce. Y en ese momento, los dos agradecieron haberse levantado de sus camas para ir a la estación.
Kiana