Portaventura
laiavalldosera | 30 gener 2013Habíamos quedado a las 8:30 pero, para variar, había tres o cuatro que llegaban tarde. El autobús nos esperaba, esperaba a que estuviésemos todas listas para emprender nuestra excursión. Quiero remarcar este “todas” porque en pocas ocasiones tenemos el placer de estar el grupo de amigas al completo y, en efecto, aquel día no era una de estas pocas ocasiones. El caso es que una de las once chicas no pudo venir. Después de una agobiante deliberación decidimos partir sin ella, rumbo Portaventura!
Ahora que ya estamos cada una en su asiento puedo explicaros con más calma el por qué de nuestro pequeño viaje. Nos situamos en principios de Setiembre; meses antes había sido el cumpleaños de una de nosotras y, aunque ya sabemos que 15 años no son motivo de gran celebración, nos invitó a pasar un día en Portaventura. Ya hacia tiempo que planeábamos hacer algo juntas para volver a los tiempos anteriores al verano, en que todas nos habíamos esparcido por diferentes lugares y andábamos con nuevas compañías. Lo uno llevó a lo otro y allí estábamos; once chicas en un autobús, cantando y riéndose de lo mal que lo hacen, esperando su llegada a Salou.
“Ya hacia tiempo que planeábamos hacer algo juntas y allí estábamos; once chicas en un autobús, cantando y riéndose de lo mal que lo hacen, esperando su llegada a Salou” |
Retomemos el hilo de la historia. Nos saltaremos la hora y pico de trayecto y empezaremos en el punto en que el autobús llega al aparcamiento. Salimos con energía y ilusión del vehículo, no os penséis que no habíamos estado nunca allí, pero es que llevábamos demasiado tiempo encerradas. Desde el momento en que entramos en Portaventura hasta el que salimos no paramos de reír, cantar, subir, bajar, dar vueltas, hacia atrás, hacia adelante… Fue un no parar. No nos habíamos reído tanto desde hacía ya mucho tiempo y, como todo en la vida, ese día tan completo nos pasó factura al poco tiempo de ocupar nuestros asientos en el autobús de vuelta. Pues nos dormimos todas como marmotas, digo como marmotas porque he oído varias veces esta expresión pero, en realidad, no sé si las marmotas duermen poco o mucho.
Con este inciso sobre las marmotas, también podéis llamarle tontería, doy por finalizada esta historia. Podría escribir sobre este mismo tema año tras año y lo haría igual (exceptuando, espero, algunos progresos a la hora de escribir), pero lo que quiero decir es que recordaré tanto tiempo como pueda esta pequeña aventura.
Laia