El pesar del estudiante
| 17 maig 2012Él sigue todos mis movimientos desde su estática posición. Yo evito mirarle, evito su piel blanca, su tacto reacio y su olor a nuevo. Él es muy abierto y sincero, no tiene secretos para nadie. Puedo ver todos sus pensamientos, todos sus conocimientos, como si flotaran en el aire, como si fueran tangibles. Él es tan sabio que su sola presencia me hace sentir frustrada.
No se mueve, no habla, ni me grita para que le preste atención, pero su recuerdo me persigue allí donde voy. Cada vez que me alejo de él y de todo lo que representa, cada vez que me lo paso bien, su imagen aparece en mi cabeza. Me siento culpable y poco aplicada, pero es ese instinto de joven estudiante el que provoca que me olvide de él a la mínima, y ambos sabemos que es inevitable.
Supongo que personalizar y temer a algo inanimado dice mucho de mi salud mental, pero es una sensación de pesadez que he tenido siempre y últimamente más. Leo, reviso, memorizo, hasta que mi cabeza empieza a mezclar conceptos y sufro alucinaciones donde las letras de ese maldito libro de texto que observa todo lo que hago desde el escritorio se juntan formando una cara grotesca que me dedica unas palabras burlonas: “Podrías haberme abierto antes.”
Ana