Campoterapia
| 1 novembre 2011Cuando llega la mañana de resaca uno suele dormir hasta el mediodía o, en el caso de algún salvaje, hasta las cinco o las seis de la tarde. Naturalmente este no es mi caso, si son más de las diez no puedo seguir metido entre las sábanas por muy tarde que me haya acostado.
Aprovecho la mañana para salir a pasear con mi madre para estirar un poco las piernas, las tengo hechas polvo. La verdad es que el partido de ayer en el fútbol fue muy duro, hasta le partí los morros a un mozo y le tuvieron que poner puntos, pero sin querer, está claro!
Esta vez quiero hablar del pueblo de mis padres, algo que echo mucho de menos. Los paseos por los campos llanos de “La Mancha” recorriendo los caminos de tierra entre las muchas hectáreas de viñas con la uva madura y hermosa, el olor del aire fresco, el solecito que uno se merece, la hierba y los bichos crecer, los chapuzones en la alberca de día y de noche, la familia, el clima seco, las tapitas de los mediodías, las cogorzas de vino por las tardes en la plaza de toros: en las corridas o en las vaquillas, los botellones de los viernes en “el Carmen”, entre otras cosas.
Pienso que quizás ese sea mi lugar, donde desconecto del mundo, donde no necesito ni siquiera amigos, sino la familia.
Saúl Lara