Una historia que llegó a su fin.
hugomamdy | 17 març 2017Un niño llamado Lucien Causeur, vivía en un pequeño pueblo llamado Locmaria-plouzané, con sus 8 hermanos y hermanas, su madre y su padre. Su padre era un campesino, tenía sus propias tierras e iba al mercado a vender todos y cada uno de sus mejores verduras. Su madre tenía una belleza que te cortaba la respiración y una voz que atraía a todos los curiosos.
La vida de campo era muy difícil, el padre de Lucien no podía encargarse de su huerto solo, y le pidió ayuda a su tercer hijo, Lucien, que después de llegar de la escuela tenía que ir al huerto, después ayudar a su madre a preparar la cena, más tarde ayudar a sus hermanos con los deberes, y después de todo esto si aún tenía tiempo podía empezar a estudiar.
Un día, un cura vino a la escuela a para visitar, era alto y con la barriga bien llena, se le podía ver el pelo castaño que se volvía oscuro y pocos eran grises. El cura se fijó atentamente a un niño sentado en la esquina del final, no era muy alto por su edad, tenía las manos muy dañadas, de cara tenía un aspecto de un chico mucho más mayor que de su propia edad, tenía unos 13 años. El cura se acercó con tranquilidad hacia el niño y le preguntó.
-¿Cómo te llamas?
El chico lo miró con cara de miedo, pero le respondió con seguridad y amablemente como dijo su madre que tenía que hablar a la gente importante- Lucien, Lucien Causeur.
El cura se quedó reflexionando un rato mirando por la ventana, que daba hacia un campo verde rodeado de árboles que cambiaban de colores según las estaciones.
-¿Me podrías presentar a tu familia?
El chico se quedó atónito, no supo que responder en el instante, no sabía que iba a pasar, si era algo bueno o malo. Lucien movió la cabeza de arriba hacia bajo dos veces. El cura recogió su abrigo que dejó en el perchero, pero antes de irse se giró y me dijo.
-Estaré a fuera esperándote, no te olvides.
Llegó la última hora y el cura acompañó a Lucien a su casa, no era muy grande la casa en la que vivía pero había el espacio suficiente para todos ellos. Al llegar a la puerta la madre vio al cura, entonces hizo una mueca y se acercó y nos abrió la puerta. Al abrir esbozó una gran sonrisa, pero por dentro se preguntaba que había hecho. Empezaron a hablar mientras yo me marchaba para ayudar a su padre en huerto.
Más tarde volví a casa y el cura aún estaba, la hora se acercaba a las ocho, su madre le dijo que se quedaba a cenar que tenía una buena noticia para él. Al fin y al caso si era buena entonces no pasaba nada. Nunca había visto a su madre así tan contenta, no parecía ser la misma los otros días.
Nos sentamos en la mesa y comimos juntos, al acabar el cura se levantó y dijo.
-Muchas gracias por vuestra hospitalidad, y con eso ahora señorito Lucien le diré la noticia, usted ha sido el mejor alumno de la clase con las mejores calificaciones y sabemos los problemas
que tienen vuestros padres, por eso la iglesia de Locmaria-Plouzané le pagará todo y cada uno de sus años de estudio en la escuela de monjes, con alojamiento y todo incluido.
No se lo podía creer, era como un sueño hecho realidad, por fin iba a poder hacer lo que él quería tanto, ser ingeniero nuclear, y con esos estudios podía llegar fácilmente.
Pasaron los años y llegó a sus estudios de ingeniería. Antes de cumplir sus veinte años en un bus vio a la chica más hermosa que nunca había visto, tenía el pelo rizado de color marrón chocolate, una piel que parecía más suave se la seda y unos ojos marrones claros que le daba su carácter de alegría constante. La veía cada día en el bus, el bus iba en dirección del campo de football, era la única chica de todo el club de football, lo que hacía que todos los chicos estuvieran detrás sin parar, pero nunca se fijaba en los otros chicos, no le interesaba, pero un día sin querer se chocó contra Lucien, el golpe fue bastante fuerte, al levantarse la chica le recogió sus gafas y se las dio.
-Perdón- dijo la chica- no te había visto, ¿cómo te llamas?
-Lucien Causeur, y ¿tú?
-Me llama Marie-Claire
Desde este instante no se separaron ni un solo día.
Lucien trabajó en submarinos nucleares y centrales nucleares, lo que hizo que tuvieran que cambiarse de casa.
Marie-Claire tuvo muchos trabajos estando en una época muy machista. Pero ella siempre luchó por sus derechos y por el de todas las demás.
Se casaron cuando Lucien tenía veinticinco años y Marie-Claire veintidós. Tuvieron tres magníficos hijos que a su vez tuvieron sus hijos.
A los 75 años le diagnosticaron cáncer de cerebro y no se podía hacer nada para curarlo. Un año después todo parecía ir bien, estaba con sus nietos jugando y haciendo windsurf. Pero lo que no sabía era que esta sería su última vez. Dos meses más tarde su cáncer aumentó, y tuvo que ser hospitalizado, estaba sufriendo mucho, y un día entró en coma, por turnos los más cercanos iban entrando poco a poco, pero le faltaban dos personas por escuchar, sus dos nietos de Cabrils. Le enviaron una nota de audio y la madre de los dos nietos se lo hizo escuchar.
Pasaron dos días y el tiempo se paró por un segundo, y la vida siguió adelante, como si no hubiese pasado nada. El viento que sopla por las mañanas, las velas navegando, los pájaros volando, el árbol creciendo, esté donde esté siempre está cerca; una perosna que se ama nunca se olvida, se le da otra forma.
31/12/16