Blanco y negro
cristinamontoya | 9 març 2017En esta época de pobreza, todo parece blanco y negro: las personas, las calles, las flores… La gente no se para a pensar ni intentan cambiar su rol, siguen un camino ya marcado para ellos sin querer más. En una esquina, Sofía espera impaciente que una solidaria mano le de unas monedas a cambio dé una de sus flores. Ni su negocio es muy estable ni la imagen de pobre ayuda en la economía, ya que todos están en su misma situación.
No se atreve a subir la mirada ni a levantar la voz, permanece de pie sin mover su minúsculo cuerpo mientras los pueblerinos pasan sin percatarse de su existencia. Mantiene una rosa alzada entre sus delgadas manos, esperando que esta capte la atención de un buen cristiano o que el viento se lleve la bella flor, y a ella detrás.
Su hambrienta barriga se queja por no haber comido nada después de tantas semanas, y seguir robando comida a la señorita Carmen no es una opción. Esta se había dado cuenta, semanas antes, de que sus intenciones al acercarse a hablar no eran conocerla mejor, sino aprovecharse de que era muy despistada para coger cualquier alimento a su alcance.
Sofía baja la rosa con un delicado suspiro, se estira en el suelo y cierra los ojos. Aún y cuando se encoge siente su cuerpo protestar, ya no tiene el control de sus extremidades. Se deja llevar por una fuerza mayor, por la que muchos antes ya se dejaron dirigir. Luchar ya no tiene sentido sin un fin, soñar en colores no está permitido en una época en blanco y negro.