Bip-bip
Ya es tarde, deben ser las cuatro de la mañana. Andrea levanta el brazo buscando torpemente su móvil en la mesita de noche.Tira un par de pulseras y las llaves de casa al suelo hasta alcanzarlo. Se frota los ojos y se incorpora en la cama. Lee mas de cien mensajes de varios grupos del whats app. Tantos mensajes para no decir nada, piensa. Encuentra otro mensaje recibido a las 00.36: “Ya he llegado a casa! No te he podido decir nada porque me he quedado sin batería. Joo, supongo que estabas cansada y te has ido a dormir ya. Hoy has aguantado el ritmo del grupo como una campeona, has hecho sufrir mucho a los chicos porque te querían ganar. Estás fuerte, ¿eh? Se nota que entrenas. Voy a ir a dormir yo también, joo, no voy a dormir bien si no me cantas una nana. Mañana hablamos y recuerda que me debes algo. Duerme bien y descansa, un beso.” Ese mensaje le hace sonreír como una tonta. Los 43km de sufrimiento durante la mañana habían valido la pena solo para verlo y pasar un rato con él. Aun no se ha dado cuenta, pero ese chico le hace sentir bien y poco a poco se empiezan a coger más cariño.
Carla