
Fotografía: Luc Vanderlinden
Marcelo es un hombre que sabe divertirse. Nació en Rio Cuarto, Argentina, en 1940, pero se trasladó a los dos años a Jovita, a 400 kilometros al sur de Córdoba, donde su padre compró una hacienda. Creció en esta hacienda con sus padres y dos hermanas. Para algunos, fue una infancia preciosa. Solía cabalgar por el rancho a lomos de un criollo, un caballo nativo de esta región. Pero Marcelo soñaba con ser ingeniero y al cumplir los 18 se mudó a Buenas Aires. Eligió estudiar Ingeniería Civil, un camino largo y duro. En 1969, al finalizar su tesis, se casó con Sofía, una chica muy guapa de La Plata. Un año más tarde nació Santiago, su primer hijo y después, en 1973, Arturo. 1973 fue un año muy difícil en Argentina. Videla entró en el poder, seguido de un golpe de estado. Bajo su mandato Marcelo perdió a sus padres y a su hijo mayor. Su esposa murió hace ocho años de cáncer. Ahora vive en Barcelona, solo. Está buscando a sus parientes, sus hermanas, que abandonaron Argentina. Y otros parientes también exiliados. A él, le gusta mucho el arte. Este invierno ha ido a Nueva York a visitar a su hijo Arturo. Ha empezado a aprender inglés porque la novia de Arturo no habla español. Este mes ha visitado Arco en Madrid (una feria de arte contemporáneo donde participan numerosos coleccionistas, críticos, comisarios y otros profesionales llegados de todo el mundo) y esta semana ha quedado con un amigo en Sitges para cenar juntos.
Julie Triggs Revisión del texto




