
Era lunes y llovía mucho. Estábamos mis amigos y yo muy tristes. Un grupo de jóvenes había muerto violentamente en un accidente de coche. Conducían a alta velocidad en una carretera, por la noche, volvían de un largo día de trabajo. Trabajaban como guías turísticos y su especialidad era el senderismo de montaña. Todos eran jóvenes, con edades entre 18 y 20 años. El tanatorio estaba lleno. La gente quedó conmocionada por lo ocurrido. Cinco chicos jóvenes, todas las salas del tanatorio estaban ocupadas. Uno de ellos había estudiado conmigo durante toda la infancia. En la adolescencia no estudiábamos juntos pero frecuentábamos las mismas fiestas y amigos. Compartimos muchos recuerdos: descubrimientos, miedos, aventuras... todo ahora interrumpido brutalmente. Es impresionante cómo la pérdida de muchos chicos jóvenes cambia la percepción de la vida. En este momento, aprendes lo que realmente importa... te olvidas de tonterías, orgullos y cosas superficiales. Uno descubre que la vida es frágil y que no hay seguridad, que todo puede pasar y acabar en algunos segundos. Entonces, el tema es ser capaz de eligir lo que realmente es importante, pasar de mas malos rollos y disfrutar cada momento de nuestra vida como si fuera el último.
Francisco Fabro Neto Revisión del texto