Bernat Fusté

31 anys, propietari d’un bar que dona els seus beneficis al Tercer Món

Bernat Fusté es hijo de la zona alta de Barcelona. De buena familia, sus estudios de Administración y Dirección de Empresas en Esade pronto le catapultaron a una gran multinacional. Tenía responsabilidades y un buen sueldo, pero también una pregunta en la cabeza: “¿Dónde van los beneficios que mi trabajo genera?”. La respuesta incluía el Audi del jefe o el palco de los directivos en cualquier campo de fútbol, así que aparcó la opción fácil y decidió montar su propio negocio.
“Podría haber sido un pijo descerebrado”, explica Bernat. Pero su tío Jordi Ribas, un jesuita que lleva toda la vida en India, y la chica que éste envió para criarle, le hicieron darse cuenta de una realidad muy distinta a la suya dentro de un mundo que es como es. “Resulta imposible acabar con el sistema capitalista, así que pensé en aprovecharlo de forma sostenible.” Esto se traduce en Solidarik (www.solidarik.com), un bar ubicado en un barrio de clase alta que lleva más de dos años llenándose los fines de semana de gente dispuesta a gastarse un puñado de euros en copas. Hasta ahí, nada nuevo. La diferencia radica en que Bernat invierte los beneficios en una humilde ONG con proyectos de desarrollo en África.
“La solidaridad no tiene por qué ir asociada a un modo de vida hippy, alternativo o antisistema. También los jóvenes con dinero pueden hacer muchas cosas, pero tal vez la solución no sea intentar que cambien de hábitos o imponerles una conciencia que no todos tienen.” La imagen gráfica de su idea es el logo de Solidarik, un código de barras con una parte verde. “Significa que siendo parte del sistema, aceptándolo, es posible utilizarlo para hacer algo diferente.”

Testimonio recogido por Eva Cervera
Foto de Tatiana Donoso

One thought on “Bernat Fusté

  1. fsanz1 Post author

    Bernat Fusté, 31 años, propietario de un bar que dona sus beneficios al Tercer Mundo
    Bernat Fusté es hijo de la zona alta de Barcelona. De buena familia, sus estudios de Administración y Dirección de Empresas en Esade pronto le catapultaron a una gran multinacional. Tenía responsabilidades y un buen sueldo, pero también una pregunta en la cabeza: “¿Dónde van los beneficios que mi trabajo genera?”. La respuesta incluía el Audi del jefe o el palco de los directivos en cualquier campo de fútbol, así que aparcó la opción fácil y decidió montar su propio negocio.
    “Podría haber sido un pijo descerebrado”, explica Bernat. Pero su tío Jordi Ribas, un jesuita que lleva toda la vida en India, y la chica que éste envió para criarle, le hicieron darse cuenta de una realidad muy distinta a la suya dentro de un mundo que es como es. “Resulta imposible acabar con el sistema capitalista, así que pensé en aprovecharlo de forma sostenible.” Esto se traduce en Solidarik (www.solidarik.com), un bar ubicado en un barrio de clase alta que lleva más de dos años llenándose los fines de semana de gente dispuesta a gastarse un puñado de euros en copas. Hasta ahí, nada nuevo. La diferencia radica en que Bernat invierte los beneficios en una humilde ONG con proyectos de desarrollo en África.
    “La solidaridad no tiene por qué ir asociada a un modo de vida hippy, alternativo o antisistema. También los jóvenes con dinero pueden hacer muchas cosas, pero tal vez la solución no sea intentar que cambien de hábitos o imponerles una conciencia que no todos tienen.” La imagen gráfica de su idea es el logo de Solidarik, un código de barras con una parte verde. “Significa que siendo parte del sistema, aceptándolo, es posible utilizarlo para hacer algo diferente.”

    Testimonio recogido por Eva Cervera
    Foto de Tatiana Donoso

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