Vam fer un concurs de contes en castellà i van sortir contes molt bonics. Tots estaven molt bé, però el que ens va agradar més va ser el d’en Guillem Coll.
LOS JUEGOS ANIMALÍTICOS
Érase una vez, cuando los animales hablaban, existía la isla de los animales: ANIMALONA, con un volcán muy grande.
Por cierto, aún no me he presentado: me llamo Saltarino Olimpiquino. Supongo que ya sabéis que soy un mono con este nombre. Yo soy el único superviviente de la isla y precisamente uno de los participantes de los Juegos Animalíticos, los juegos más importantes de la isla.
Bueno, todo empezó cuando nuestro gran rey, el león Yomando Enmireino decidió que se tenían que hacer unos juegos y que un animal de cada raza iría a participar. Claro todos querían ir. A nosotros, los monos, nos costaba mucho decidirnos porque todos éramos ágiles. Pero al final gané yo. Y me clasifiqué para los famosos JUEGOS ANIMALÍTICOS.
Había animales de todos tipos: el leopardo Correque Tepillo, yo Saltarino Olimpiquino, por parte de los monos, la serpiente Notengo Patitas, el ratoncito Pérez, y muchos más.
Empezaron los juegos. Todos entramos con un cartel en la mano con el nombre de la raza a la que pertenecíamos. Todo el público animaba a su raza. Hasta que el notario, el más listo, el búho, dió la señal de las llamas. En aquella época existían los dragones que lanzaban fuego y uno de ellos lanzó una llamarada y encendió la antorcha.
La primera competición que tocaba era la carrera. Todos los participantes nos pusimos en la línea de salida. El leopardo, el canguro y yo nos pusimos los primeros. Estábamos muy igualados, hasta que el canguro tropezó y me hizo caer a mí. El leopardo Correque Tepillo ganó. En segundo lugar estaba yo con la medalla de plata y el caballo quedó tercero. El canguro se lesionó y no acabó la carrera.
Después tocaba el salto de altura. Como es normal conseguí el primer puesto, seguido del conejo y el gato.
Era el turno del salto de longitud. Cuando el elefante saltó provocó un terremoto y el volcán de la isla entró en erupción. Yo, como soy muy ágil, me subí a la pértiga para escapar del peligro. Mientras la lava bajaba yo esperaba allí arriba la llegada de un barco. La pértiga cada vez quedaba más corta porque se desintegraba. Mientras veía como los otros animales morían divisé un barco en el horizonte y empecé a hacer señales. El barco se acercaba tan lentamente que yo temía por mi vida ya que sólo quedaban 20 centímetros de pértiga.
Finalmente hice un gran salto y caí dentro del barco. Los marineros, muy amables, me llevaron a tierra firme donde encontré otros animales que no se habían extinguido.
Agradecido a los humanos, les conté nustro gran éxito en los Juegos Animalíticos. Les gustó tanto la idea que aquel mismo año organizaron unos juegos muy parecidos que bautizaron con el nombre de JUEGOS OLIMPICOS, en mi honor, Saltarino OLIMPIQUINO.