MOR J.D. SALINGER

La nit de dijous ens sorprenia la notícia de l’escriptor J. D. Salinger, conegut per la seva famosa obra El vigilant en el camp de sègol.elvigilantenelcampdesegol350

Els dos llargs dies que Holden Cauldfield, el jove protagonista, passa a Nova York són la seva fugida personal. Fuig del món dels adults, un món que rebutja, intentant protegir la seva infantesa, un territori pur que ja no és el seu. Holden Cauldfield sap que s’està fent gran i que no pot deturar aquest procés natural; es rebel·la i, volent actuar contra l’inevitable pas del temps, el noi opta per un camí incert i de difícil tornada…
salinger1

Si voleu ampliar els vostres coneixements sobre l’autor cliqueu aquí. Hem trobat una guia de lectura de l’escriptor a la Biblioteca de la Rioja.

Aquí us deixem la notícia de la versión electrònica del Periódico de Catalunya.

Publicat dins de General | Deixa un comentari

COMO AHORA. Cuento de Navidad.

Los escasos transeúntes miran con disimulo al hombre sentado en el banco. No es la primera vez que ven a un negro en la calle, pero no es nada frecuente en esta selecta colonia residencial de las afueras y se preguntan cómo le habrá dejado entrar el permanente servicio de seguridad.

El hombre ya está acostumbrado a esos recelos. Lo que le preocupa es su hijo, un chiquitín que se entretiene a solas arrojando guijarros al hoyo que acaba de hacer en la tierra. Su color es más claro que el del padre y en la graciosa carita, coronada por su cabello crespo, lucen ojos inteligentes concentrados en acertar con sus lanzamientos. Ni se le ocurre acercarse al grupo de niños blancos que juegan en la glorieta algo más allá.

«Bien pronto ha aprendido a no intentar juntarse con ellos», piensa el padre con amargura. Pero aleja la idea, demasiado persistente en sus reflexiones, y vuelve su inquieta mirada hacia donde hace un rato ha entrado su mujer. Por encima del seto y la valla, que ocultan la planta baja, asoma un chalet con pretensiones. Sobre el banco está el periódico encontrado por la mañana en una papelera de la calle. Es de hoy y aunque el hombre no entiende bien todavía el español se sabe de memoria el anuncio leído horas antes por su mujer, con voz súbitamente animada:

-«Se necesita matrimonio para criada y jornalero»… ¡Vamos a vedo! Jardinero, ¡ya lo creo!

Él no ha hecho otra cosa en su vida que doblarse sobre la tierra, sembrar, escardar, recoger. Claro que allá son otros cultivos, pero las plantas crecen igual en todas partes… ¿Les darán elempleo? Se fuerza a tener esperanzas. Su mujer es mauritana, apenas morena, casi como esas filipinas o dominicanas que han visto por estas calles limpias y silenciosas. Además es agraciada y muy lista, sabe hablar bien… Pero ¿por qué tarda tanto? ¿Será eso buena señal?… Al menos no la han despedido en la misma puerta, como otras veces.

De pronto advierte un ligero movimiento en el visillo de una de las ventanas. Sólo dura un instante; no alcanza a ver a la persona que ha movido el blanco lienzo. Pero sabe que alguien le ha mirado. Le han visto… Se le derrumba el corazón: ya no espera nada. El niño, como si se diera cuenta de todo, interrumpe el juego y mira inquieto a su padre.

Se abre la puerta de la verja y sale la mujer. Una cabeza vencida, un paso titubeante. No dice nada al sentarse en el banco al Iado del hombre. Se nota su esfuerzo para no llorar y el niño se acerca temeroso, dejando caer los guijarros por entre sus dedos.

El hombre toma la mano femenina entre las suyas, grandes, fuertes, de palma rosada bajo el negro dorso.

-No lo comprendo -murmura la mujer- … Parecían ya interesados… Todo iba bien… De pronto apareció por la escalera una señora mayor y cambió todo… No sé…

El hombre oprime la mano temblorosa pero no explica lo sucedido: es lo de siempre. La madre sonríe al pequeño para tranquilizarle.

-Han dicho que me mandarán recado pronto.

-La casa es bonita, madre.
El hombre calla. De pronto le ha caído encima todo lo que durante un rato se esforzó por olvidar. Todo: desde los meses de separación al lograr ella entrar en este país llamada por un pariente, mientras él ahorraba para venir con el niño, hasta los apuros más recientes, casi ya sin dinero, fracasando en todos sus intentos de encontrar trabajo. Lo último fueron esos cinturones de cuero que intentó vender, exponiéndolos sobre un trapo en el suelo de la calle: no interesaron a nadie. Acabará como otros, vendiendo droga. Hay que comer; no pueden seguir así.

El sol está ya muy bajo y se siente frío. La chabola está al otro lado de la ciudad y llevan todo el día andando al hilo de los anuncios. El hombre se levanta y le vuelve el dolor de sus pies: le cansa más este asfalto que la tierra de allá. También le dolerán al niño.

-Ven, Bdala; padre te va a llevar.

Sube al chico sobre sus hombros y camina con la mujer al lado. Se colarán en el Metro sin pagar. En la estación cercana a la elegante colonia no habrá vigilante. «y aunque lo haya», piensa, ceñudo.

Algo más adelante, en el pórtico de otro chalet, se alza un decorado árbol de Noel, iluminado con lucecitas intermitentes. Bdala ya ha visto otros, pero éste le llama la atención.

-¿Por qué ponen eso?

-Es su fiesta; la de ellos -contesta, áspero, el hombre.
Pero la madre ve en eso una manera de distraer al niño, de alejarle cualquier pensamiento sombrío. Conoce la historia: la contaba el padre blanco cuando ella, sin saberlo su familia musulmana, acudía a la misión porque daban pan y chocolate.

-Es en recuerdo de que hace muchos, muchos años, nació su Dios, ¿sabes? Sus padres andaban buscando un refugio donde el hijo les pudiera nacer, un albergue cualquiera, aunque fuese un pesebre, porque no tenían nada. Iban de un portal a otro, pidiendo ayuda, pero nadie los amparaba, no les abrían en ninguna casa. Hasta que..,
-Entonces ¿iban como nosotros?

La cándida pregunta infantil hace callar a la madre, clavándose en su corazón. Imposible hablar ahora de ángeles cantando y de pastores con ofrendas. Además aquella madre del cuento viajaba al menos en un asno…

-Sí, hijo. Como nosotros.

El padre no dice nada. Ya se divisa la boca del Metro, allá al fondo del paseo. «Al menos que no haya vigilantes)), piensa.

Jose Luis Sanpedro publicado en “Érase una vez la Paz”

Publicat dins de Relats | Deixa un comentari

PREMI NOBEL DE LITERATURA 2009

HERTA MÜLLER, NOBEL DE LITERATURA 2009.

Nobel de literatura 2009

Nobel de literatura 2009

L’escriptora alemanya d’origen romanès Herta Müller és la guanyadora del Premi Nobel de Literatura 2009. Herta Müller va estudiar filologia germànica i filologia romanesa simultàniament. La seva obra parla de la vida de les minories que van viure en els països del centre d’Europa després de la fi de la Segona Guerra Mundial i se centra sobretot en la vida en la Romania del dictador Ceaucescu. L’Acadèmia sueca ha enaltit la seva capacitat per a descriure el paisatge dels desposseïts . A l’estat s’han editat diverses de les seves obres com En terres baixes, L’home és un gran faisán en el món, La bèstia del cor i La pell de la guineu, encara que és encara bastant desconeguda en el nostre pais, contràriament al que succeïx en països com Alemanya.
El premi està dotat amb 10 milions de corones sueques (980.000 euros) i, com la resta dels guanyadors, Herta el recollirà el pròxim 10 de desembre a Estocolm, dia de l’aniversari de la mort del seu fundador, Alfred Nobel.

Si cliqueu aquí trobareu una guia de lectura de l’escriptora.

Publicat dins de General | Deixa un comentari

FESTA DE TOTS SANTS, LA CASTANYADA I EL DIA DELS MORTS.

Ja tenin molt a prop la festa de Tots Sants, la castanyada i el dia dels morts, que se celebren entre el 31 d’octubre i l’1 de novembre.
La festa de Tots Sants i el Dia dels Morts han conservat en el seu costumari tota una sèrie de celebracions, elements i ritus que provenen de sistemes de creences anteriors al cristianisme. Segons la tradició popular, aquestes dates són el moment de l’any en què s’interrelacionen els dos móns, el dels vius i el dels morts.

El nostre “Hallowen” particular des de la Biblioteca us suggereix unes quantes lectures per anar agafant el caliu de la tardor.

-Leyenda “El monte de las ánimas” de Gustavo Adolfo Bécquer.
-“Los mejores relatos de terror”. Selección y prólogo de Mauricio Molina. Editorial Alfaguara.
-Relatos de Edgar Allan Poe.
-Relatos escalofriantes de Rald Dahl. Editorial Alfaguara.
-“Socorro” Doce cuentos para caerse de miedo. Elsa Bohneman.
-Cuentos y leyendas de miedo. Gudule. Editorial Anaya.

Publicat dins de General | Deixa un comentari

Julio Cortázar, Casa Tomada.

Aquesta primera setmana us deixo un relat de l’escriptor argentí Julio Cortázar. Es tracta d’un conte estrany: una parella de germans viuen relativament feliços en una casa, però no se sap molt bé per quina raó es veuen obligats a anar abandonant habitacions. Llegiu-lo i intenteu esbrinar per què succeïx.

Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua (hoy que las casas antiguas sucumben a la más ventajosa liquidación de sus materiales) guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia.
Nos habituamos Irene y yo a persistir solos en ella, lo que era una locura pues en esa casa podían vivir ocho personas sin estorbarse. Hacíamos la limpieza por la mañana, levantándonos a las siete, y a eso de las once yo le dejaba a Irene las ultimas habitaciones por repasar y me iba a la cocina. Almorzábamos al mediodía, siempre puntuales; ya no quedaba nada por hacer fuera de unos platos sucios. Nos resultaba grato almorzar pensando en la casa profunda y silenciosa y cómo nos bastábamos para mantenerla limpia. A veces llegábamos a creer que era ella la que no nos dejó casarnos. Irene rechazó dos pretendientes sin mayor motivo, a mí se me murió María Esther antes que llegáramos a comprometernos. Entramos en los cuarenta años con la inexpresada idea de que el nuestro, simple y silencioso matrimonio de hermanos, era necesaria clausura de la genealogía asentada por nuestros bisabuelos en nuestra casa. Nos moriríamos allí algún día, vagos y esquivos primos se quedarían con la casa y la echarían al suelo para enriquecerse con el terreno y los ladrillos; o mejor, nosotros mismos la voltearíamos justicieramente antes de que fuese demasiado tarde.
Irene era una chica nacida para no molestar a nadie. Aparte de su actividad matinal se pasaba el resto del día tejiendo en el sofá de su dormitorio. No sé por qué tejía tanto, yo creo que las mujeres tejen cuando han encontrado en esa labor el gran pretexto para no hacer nada. Irene no era así, tejía cosas siempre necesarias, tricotas para el invierno, medias para mí, mañanitas y chalecos para ella. A veces tejía un chaleco y después lo destejía en un momento porque algo no le agradaba; era gracioso ver en la canastilla el montón de lana encrespada resistiéndose a perder su forma de algunas horas. Los sábados iba yo al centro a comprarle lana; Irene tenía fe en mi gusto, se complacía con los colores y nunca tuve que devolver madejas. Yo aprovechaba esas salidas para dar una vuelta por las librerías y preguntar vanamente si había novedades en literatura francesa. Desde 1939 no llegaba nada valioso a la Argentina.
Pero es de la casa que me interesa hablar, de la casa y de Irene, porque yo no tengo importancia. Me pregunto qué hubiera hecho Irene sin el tejido. Uno puede releer un libro, pero cuando un pullover está terminado no se puede repetirlo sin escándalo. Un día encontré el cajón de abajo de la cómoda de alcanfor lleno de pañoletas blancas, verdes, lila. Estaban con naftalina, apiladas como en una mercería; no tuve valor para preguntarle a Irene que pensaba hacer con ellas. No necesitábamos ganarnos la vida, todos los meses llegaba plata de los campos y el dinero aumentaba. Pero a Irene solamente la entretenía el tejido, mostraba una destreza maravillosa y a mí se me iban las horas viéndole las manos como erizos plateados, agujas yendo y viniendo y una o dos canastillas en el suelo donde se agitaban constantemente los ovillos. Era hermoso.
Cómo no acordarme de la distribución de la casa. El comedor, una sala con gobelinos, la biblioteca y tres dormitorios grandes quedaban en la parte más retirada, la que mira hacia Rodríguez Peña. Solamente un pasillo con su maciza puerta de roble aislaba esa parte del ala delantera donde había un baño, la cocina, nuestros dormitorios y el living central, al cual comunicaban los dormitorios y el pasillo. Se entraba a la casa por un zaguán con mayólica, y la puerta cancel daba al living. De manera que uno entraba por el zaguán, abría la cancel y pasaba al living; tenía a los lados las puertas de nuestros dormitorios, y al frente el pasillo que conducía a la parte más retirada; avanzando por el pasillo se franqueaba la puerta de roble y mas allá empezaba el otro lado de la casa, o bien se podía girar a la izquierda justamente antes de la puerta y seguir por un pasillo más estrecho que llevaba a la cocina y el baño. Cuando la puerta estaba abierta advertía uno que la casa era muy grande; si no, daba la impresión de un departamento de los que se edifican ahora, apenas para moverse; Irene y yo vivíamos siempre en esta parte de la casa, casi nunca íbamos más allá de la puerta de roble, salvo para hacer la limpieza, pues es increíble cómo se junta tierra en los muebles. Buenos Aires será una ciudad limpia, pero eso lo debe a sus habitantes y no a otra cosa. Hay demasiada tierra en el aire, apenas sopla una ráfaga se palpa el polvo en los mármoles de las consolas y entre los rombos de las carpetas de macramé; da trabajo sacarlo bien con plumero, vuela y se suspende en el aire, un momento después se deposita de nuevo en los muebles y los pianos.
Lo recordaré siempre con claridad porque fue simple y sin circunstancias inútiles. Irene estaba tejiendo en su dormitorio, eran las ocho de la noche y de repente se me ocurrió poner al fuego la pavita del mate. Fui por el pasillo hasta enfrentar la entornada puerta de roble, y daba la vuelta al codo que llevaba a la cocina cuando escuché algo en el comedor o en la biblioteca. El sonido venía impreciso y sordo, como un volcarse de silla sobre la alfombra o un ahogado susurro de conversación. También lo oí, al mismo tiempo o un segundo después, en el fondo del pasillo que traía desde aquellas piezas hasta la puerta. Me tiré contra la pared antes de que fuera demasiado tarde, la cerré de golpe apoyando el cuerpo; felizmente la llave estaba puesta de nuestro lado y además corrí el gran cerrojo para más seguridad.
Fui a la cocina, calenté la pavita, y cuando estuve de vuelta con la bandeja del mate le dije a Irene:
-Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han tomado parte del fondo.
Dejó caer el tejido y me miró con sus graves ojos cansados.
-¿Estás seguro?
Asentí.
-Entonces -dijo recogiendo las agujas- tendremos que vivir en este lado.
Yo cebaba el mate con mucho cuidado, pero ella tardó un rato en reanudar su labor. Me acuerdo que me tejía un chaleco gris; a mí me gustaba ese chaleco.
Los primeros días nos pareció penoso porque ambos habíamos dejado en la parte tomada muchas cosas que queríamos. Mis libros de literatura francesa, por ejemplo, estaban todos en la biblioteca. Irene pensó en una botella de Hesperidina de muchos años. Con frecuencia (pero esto solamente sucedió los primeros días) cerrábamos algún cajón de las cómodas y nos mirábamos con tristeza.
-No está aquí.
Y era una cosa más de todo lo que habíamos perdido al otro lado de la casa.
Pero también tuvimos ventajas. La limpieza se simplificó tanto que aun levantándose tardísimo, a las nueve y media por ejemplo, no daban las once y ya estábamos de brazos cruzados. Irene se acostumbró a ir conmigo a la cocina y ayudarme a preparar el almuerzo. Lo pensamos bien, y se decidió esto: mientras yo preparaba el almuerzo, Irene cocinaría platos para comer fríos de noche. Nos alegramos porque siempre resultaba molesto tener que abandonar los dormitorios al atardecer y ponerse a cocinar. Ahora nos bastaba con la mesa en el dormitorio de Irene y las fuentes de comida fiambre.
Irene estaba contenta porque le quedaba más tiempo para tejer. Yo andaba un poco perdido a causa de los libros, pero por no afligir a mi hermana me puse a revisar la colección de estampillas de papá, y eso me sirvió para matar el tiempo. Nos divertíamos mucho, cada uno en sus cosas, casi siempre reunidos en el dormitorio de Irene que era más cómodo. A veces Irene decía:
-Fijate este punto que se me ha ocurrido. ¿No da un dibujo de trébol?
Un rato después era yo el que le ponía ante los ojos un cuadradito de papel para que viese el mérito de algún sello de Eupen y Malmédy. Estábamos bien, y poco a poco empezábamos a no pensar. Se puede vivir sin pensar.
(Cuando Irene soñaba en alta voz yo me desvelaba en seguida. Nunca pude habituarme a esa voz de estatua o papagayo, voz que viene de los sueños y no de la garganta. Irene decía que mis sueños consistían en grandes sacudones que a veces hacían caer el cobertor. Nuestros dormitorios tenían el living de por medio, pero de noche se escuchaba cualquier cosa en la casa. Nos oíamos respirar, toser, presentíamos el ademán que conduce a la llave del velador, los mutuos y frecuentes insomnios.
Aparte de eso todo estaba callado en la casa. De día eran los rumores domésticos, el roce metálico de las agujas de tejer, un crujido al pasar las hojas del álbum filatélico. La puerta de roble, creo haberlo dicho, era maciza. En la cocina y el baño, que quedaban tocando la parte tomada, nos poníamos a hablar en vos más alta o Irene cantaba canciones de cuna. En una cocina hay demasiados ruidos de loza y vidrios para que otros sonidos irrumpan en ella. Muy pocas veces permitíamos allí el silencio, pero cuando tornábamos a los dormitorios y al living, entonces la casa se ponía callada y a media luz, hasta pisábamos despacio para no molestarnos. Yo creo que era por eso que de noche, cuando Irene empezaba a soñar en alta voz, me desvelaba en seguida.)
Es casi repetir lo mismo salvo las consecuencias. De noche siento sed, y antes de acostarnos le dije a Irene que iba hasta la cocina a servirme un vaso de agua. Desde la puerta del dormitorio (ella tejía) oí ruido en la cocina; tal vez en la cocina o tal vez en el baño porque el codo del pasillo apagaba el sonido. A Irene le llamó la atención mi brusca manera de detenerme, y vino a mi lado sin decir palabra. Nos quedamos escuchando los ruidos, notando claramente que eran de este lado de la puerta de roble, en la cocina y el baño, o en el pasillo mismo donde empezaba el codo casi al lado nuestro.
No nos miramos siquiera. Apreté el brazo de Irene y la hice correr conmigo hasta la puerta cancel, sin volvernos hacia atrás. Los ruidos se oían más fuerte pero siempre sordos, a espaldas nuestras. Cerré de un golpe la cancel y nos quedamos en el zaguán. Ahora no se oía nada.
-Han tomado esta parte -dijo Irene. El tejido le colgaba de las manos y las hebras iban hasta la cancel y se perdían debajo. Cuando vio que los ovillos habían quedado del otro lado, soltó el tejido sin mirarlo.
-¿Tuviste tiempo de traer alguna cosa? -le pregunté inútilmente.
-No, nada.
Estábamos con lo puesto. Me acordé de los quince mil pesos en el armario de mi dormitorio. Ya era tarde ahora.
Como me quedaba el reloj pulsera, vi que eran las once de la noche. Rodeé con mi brazo la cintura de Irene (yo creo que ella estaba llorando) y salimos así a la calle. Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien la puerta de entrada y tiré la llave a la alcantarilla. No fuese que a algún pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa tomada.

Publicat dins de Relats | Deixa un comentari

A propòsit de Simone de Beauvoir

Celebrem el 8 de març a l’Institut amb la representació teatral de l’obra “A propòsit de Simone de Beauvoir”” a càrrec de la companyia “KabraNaltrus” .

Sinopsi de l’espectacle.
La propietària del cafè Closiere des Lilas ens convida a entrar en un món oníric en el qual sentirem a parlar Simone de Beavoir, Elena Poniatowska i la seva tieta Bichette sobre la problemàtica de la dona a la societat. Mostrant-nos així la influència de dones com aquestes en el desenvolupament del rol de la dona actual. Tres èpoques s’ajunten en un mateix espai representat per un patit cafè emblemàtic de la bohèmia parisenca.

Publicat dins de Teatre | Deixa un comentari

El cel en moviment.


túrána hott kurdís by hasta la otra méxico! from Till Credner on Vimeo.

Publicat dins de General | Deixa un comentari

2009, ANY INTERNACIONAL DE L’ASTRONOMIA.

any-astronomia-2.jpgLogo astronomia cat

 

Un univers per descobrir.

El desembre de 2007, les Nacions Unides van proclamar el 2009 com l’any Internacional de l’Astronomia. I és que aquest 2009 es celebra el 400 aniversari de l’ús astronòmic del telescopi per part de Galileo Galilei. Aquest fet va canviar de forma determinant la nostra manera d’entendre el món. Aquest any té com a objectiu estimular l’interès en l’astronomia i la ciència sota el tema central “L’Univers per a què el descobreixis”. Avui des de la pantalla del vostre ordinador podeu seguir explorant i descobrint l’univers. Aquí us deixo uns quants enllaços :

 

          *2009, any de l’Astronomia


QUÈ SOM ENMIG DE L’UNIVERS?

Publicat dins de General | Deixa un comentari