Las vitaminas hidrosolubles, al contrario que las vitaminas liposolubles, desempeñan funciones bastante similares, hasta el punto que las ocho vitaminas del llamado “complejo B” (tiamina, riboflavina, piridoxina, cianocobalamina, folacina, niacina, ácido pantoténico y biotina), que actúan como coenzimas en el metabolismo energético, proteico aminoacídico y de los ácidos nucleicos, fueron consideradas inicialmente como un único factor. Veamos de forma resumida algunas características de estas vitaminas.
La tiamina (vitamina B1) actúa como coenzima en al menos 24 sistemas enzimáticos, interviniendo en el metabolismo de los hidratos de carbono y en la síntesis de nucleótidos. La deficiencia grave de esta vitamina provoca la aparición de la enfermedad conocida con el nombre de “beri-beri”, endémica en sociedades cuya dieta es a base de arroz blanco. Existen dos tipos de “beri-beri”: el seco y el húmedo. El seco se caracteriza por transtornos nerviosos que afectan a las extremidades, especialmente a las piernas (hormigueo, estremecimientos, flojera, debilidad muscular) y puede conducir a la parálisis. El “beri-beri” húmedo consiste en un edema generalizado que puede provocar la muerte por insuficiencia cardíaca.
La tiamina se halla presente en casi todos los alimentos, pero en cantidades muy pequeñas. Tan solo destacan como fuentes importantes de tiamina la carne, los frutos secos y las legumbres.
La riboflavina (vitamina B2) es un cofactor enzimático y un cosustrato de enorme importancia en todos los aspectos del metabolismo. Está íntimamente implicada en las reacciones finales en las que, por oxidación de la glucosa o de los ácidos grasos, se produce la síntesis de ATP, haciendo posible el aporte de energía necesario en todos los procesos biológicos (biosíntesis, contracción muscular y transporte a través de membrana).
A diferencia de otras vitaminas, la ingestión insuficiente de riboflavina no es causa de enfermedad grave en el hombre, aunque sí lo es de afecciones molestas y dolorosas, como llagas en los ángulos de la boca (estomatitis), llagas en los labios (queilitis), lengua tumefacta dolorosa y con fisuras (glositis) y enrojecimiento y congestión de los bordes de la córnea.
La riboflavina se halla presente en casi todos los alimentos, pero especialmente en la levadura, la leche, el queso, los huevos, la carne y el pescado.
La piridoxina (vitamina B6) es en realidad un complejo de tres compuestos (piridoxina, piridoxal y piridoxamina) cada uno de los cuales posee actividad fisiológica. La piridoxina (y sus análogos) actúa como cofactor en más de sesenta reacciones enzimáticas, la mayor parte de las cuales están relacionadas con el metabolismo (tanto anabólico como catabólico) de los aminoácidos. También interviene en la transformación del triptófano en niacina.
La deficiencia en piridoxina provoca numerosos transtornos al alterar las reacciones en las que interviene. Son síntomas de esta deficiencia una elevada eliminación urinaria de aminoácidos parcialmente metabolizados y de ácido oxálico. Son alimentos ricos en esta vitamina, el hígado, la carne, el pescado, los frutos secos, las legumbres, los plátanos y los aguacates.
La cianocobalamina (vitamina B12) interviene como coenzima en varias reacciones químicas intracelulares que implican transferencia de grupos metilo o que están relacionadas con el catabolismo de los ácidos grasos con un número impar de carbonos. Sus funciones se hallan íntimamente relacionadas con las de otra vitamina: el ácido fólico.
La molécula de cianocobalamina, cuyo centro activo en las reacciones enzimáticas es un catión de cobalto (Co+3), es la más grande y compleja de todas las vitaminas. Quizás por eso su absorción intestinal no es posible sin el concurso de una glucoproteína de elevado peso molecular conocida con el nombre de factor intrínseco (de Castle). La ausencia de dicho factor o su secreción insuficiente causa anemia de Addison (antiguamente llamada perniciosa porque conducía irremediablemente a la muerte), una enfermedad hereditaria que suele aparecer a partir de los 60 años y cuyo rasgo característico es que los glóbulos rojos son mayores de lo normal y con tamaño y forma irregulares. El tratamiento, en estos casos, consiste en inyecciones periódicas de cianocobalamina. Cuando la causa de la anemia es un aporte insuficiente de vitamina a través de la dieta la anemia recibe el nombre de megaloblástica. Una deficiencia en vitamina B12 es causa también de transtornos neurológicos graves.
La vitamina B12 y la vitamina D son las únicas que no existen en el reino vegetal, de ahí que la anemia megaloblástica sea frecuente entre los vegetarianos estrictos. Todos los alimentos de origen animal la contienen aunque sea en cantidades muy pequeñas. Es especialmente abundante en el hígado. También son buenas fuentes la carne, los huevos y el queso.
El ácido fólico (folacina) actúa como coenzima en numerosos procesos, especialmente durante la síntesis de ADN y ARN, así como durante el metabolismo proteico. Para ello debe sufrir transformaciones que requieren de la presencia de vitamina B12, de ahí que la deficiencia en vitamina B12 conduzca a una deficiencia en folacina.
La deficiencia en folacina provoca también anemia megaloblástica, además de pérdida de peso (al verse alterados los procesos de división celular), glositis y trastornos gastrointestinales (diarrea).
La mayoría de los alimentos contienen folacina, pero es especialmente abundante en la levadura, hígado, carne, pescado y en las verduras con hoja. También abunda en las nueces y legumbres.
La niacina, al igual que la tiamina y la riboflavina, interviene como coenzima en el metabolismo energético y es esencial para la producción de energía a partir de los glúcidos, las grasas y las proteínas. Además, interviene en la síntesis de estas dos últimas. La deficiencia severa de niacina se manifiesta, al principio, por una debilidad general, indigestión y pérdida de apetito. Al final, se acaba padeciendo la pelagra, conocida también por nombre de la enfermedad de las tres des: dermatitis, diarrea y demencia.
La niacina puede ser sintetizada en el organismo a partir del triptófano, de ahí que la pelagra sea frecuente en sociedades con un bajo consumo de proteína animal y un alto consumo de maíz (pobre en proteína y todavía más pobre en el aminoácido triptófano).
Son fuentes importantes de niacina el hígado, la carne en general y el pescado. Por otra parte, la leche y los huevos son ricos en su precursor: el triptófano.
El ácido pantoténico forma parte de la estructura de numerosos coenzimas, algunos tan importantes como el coenzima A, que desempeña un papel importantísimo en el metabolismo de los glúcidos, las grasas y las proteínas, así como en la síntesis de aminoácidos, ácidos grasos, esteroles y hormonas esteroideas.
Son muy raras las deficiencias graves de ácido pantoténico, salvo en los casos de malnutrición general. Los síntomas que la acompañan son vómitos, malestar general, molestias intestinales, debilidad y calambres en las piernas, fatiga, etc.
El ácido pantoténico se halla presente en todos los alimentos. Como la mayoría de las vitaminas del grupo B, es especialmente abundante en el hígado, la levadura, los huevos y los cereales completos.
Cierra el complejo vitamínico B la biotina. La biotina interviene en las reacciones de carboxilación durante el metabolismo hidrocarbonado, de los ácidos grasos y de los aminoácidos.
Los síntomas de deficiencia de esta vitamina son de tipo general: lesiones en los epitelios (piel, membranas y mucosas), transtornos musculares, cansancio general, etc. Aunque dicha deficiencia es rara, puede darse en personas que consuman grandes cantidades de clara de huevo cruda. La clara contiene avidina, una glicoproteína con una marcada afinidad por la biotina que, al unirse a ella, impide su absorción intestinal (si se cuece la clara, se desnaturaliza la avidina y la unión con la vitamina ya no se produce).
No han sido muy estudiadas las fuentes alimentarias de biotina. Se acepta que abunda en el hígado, las vísceras, los cacahuetes y las setas.
La última vitamina hidrosoluble que nos queda por estudiar es la vitamina C. Al igual que la vitamina E, la vitamina C es una substancia antioxidante que participa en numerosas reacciones de hidroxilación, muchas de las cuales intervienen en el proceso de formación del colágeno. También facilita la absorción intestinal del hierro.
Una insuficiente ingestión de vitamina C es la causa del escorbuto, una enfermedad mortal que, hasta bien entrado el siglo XIX, hizo estragos en todas las marinas del mundo. Los síntomas del escorbuto incluyen la hinchazón y posterior sangrado de las encías, la caída de los dientes, la aparición de numerosas hemorragias bajo la piel, en las articulaciones y, en general, en cualquier parte del cuerpo, depresión y fatiga. La muerte sobreviene por hemorragia interna grave.
La vitamina C es una de las menos estables, de ahí que no sea fácil afirmar cuánta vitamina se consume con una dieta concreta. Afortunadamente, se conserva bien en medio ácido, que es el que existe en frutas como los cítricos, una de nuestras principales fuentes alimentarias. También es muy abundante en coles, repollos, fresas, arándanos y pimientos. Las patatas nuevas, aunque no contienen muchas, son una buena fuente si se consumen en gran cantidad y se preparan adecuadamente. La leche materna también aporta una suficiente cantidad de vitamina C.