Saludos, soy Adrián Sola Martos, estudiante de cuarto de la ESO en el Instituto S’Agulla en Blanes. El día de hoy les hablaré de el problema más común de los estudiantes de mi rango de edad. Y no, no es ni la falta de sueño, ni el mal de amores, ni los fallos de conexión en medio de una partida en línea en un videojuego. Se trata de las malas notas, lo cual hace referencia a uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, el fin de la pobreza, pobreza en este caso de conocimientos o esfuerzo.
En concreto, incluyo a esos estudiantes que las consiguen repetidamente ya que, por supuesto, todo el mundo puede tener un mal día en el que realice un mal examen o prueba. Si estos alumnos careciesen de motivación, el caso es realmente complicado y queda prácticamente cerrado; sin embargo, se puede hacer algo para mejorarlo. No obstante, hoy venía a tratar la otra cara de la moneda, el alumno con ganas que simplemente no puede conseguir su tan deseado aprobado. Este caso es perfecto para un profesor ya que puede colaborar con su discípulo con total libertad. Recordando el artículo que hablaba de que las pequeñas cosas hacen grandes cambios, se me ocurrió que el docente podría inculcar pequeños hábitos en el horario del pupilo que no requerirán de tiempo pero sí de mucha fuerza de voluntad, por ejemplo, realizar veinte minutos más de estudio cada día sin saltárselo nunca, causando así un gran impacto positivo en los resultados del adolescente.
Esta ha sido mi propuesta, gracias por su atención.
A continuación os dejo el enlace del vídeo en el que presento oralmente mi propuesta.
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