Acaba de publicar ‘Un ángel travieso’, con Ignacio Sanz (Narval), para niños, uno de los Grimm para mayores y su trabajo cuelga en el Patio Herreriano. Noemí Villamuza (Palencia, 1971) prepara el salto al álbum sin texto. –Llega a las librerías sus ilustraciones para ‘Hermanito y hermanita y otros 16 cuentos que no están en los libros’, de los hermanos Grimm en Nórdica.
No son cuentos infantiles, ¿cómo trabaja para ese público indefinido? La eterna pregunta. Los niños están dentro de cada uno de nosotros y a pesar de los años que vayamos cumpliendo siguen ahí en nuestro interior dispuestos a manifestarse en cuanto se les preseenta la mínima ocasión.
Así hay que entender lo que nos pasa con muchos libros para niños que a pesar de las limítiaciones del género siempre acaban gustando tanto a los niños como a sus padres. La infancia no tiene edad. El secreto de la juventud permanente podría radicar en mantener siempre vivo ese niño que un día fuimos y que no debe nunca desaparecer de nuestros corazones. Una de las finalidades de la ilustración infantil en general puede ser esa, conectar a todo tipo de personas con su fuente interna de juventud y espontaneidad.